Sociedad

“Cuando estaba suicida” con usted

  • Criando Consciencia
  • “Cuando estaba suicida” con usted
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Cuando estaba suicida, en realidad no quería morirme. Quería descansar.

Cuando estaba suicida, en realidad no quería morirme, simplemente mi cuerpo vibraba de impulsos: abrir un auto en movimiento, saltar de un balcón, cortarme un poco las piernas, los brazos para que el alivio fluyera.

Cuando estaba suicida era más notoria la insistencia con la que te pedían agradecer tus hijos sanos, el trabajo que te permitía sobrevivir y el acceso a muchas cosas que se parecen al privilegio y si son, pero a la vez no, porque, ¿Quién puede ser privilegiada dentro de un trabajo no pagado 24/7, en precariedad económica, en eterna exigencia emocional, social y capacitista?

Cuando estaba suicida, fumé por primera vez un porro. Tenía cinco meses de embarazo y eso me adormeció la necesidad física e impulsiva de lanzarme por el balón, mientras mis hijos dormían la siesta. 

La culpa duró varios meses.

Cuando estaba suicida, hablaba con otra amiga y nos reíamos de nuestras ganas de morirnos, ella también se sentía desechable, sola, sin rumbo y sumamente cansada. 

Poder ver nuestra situación con un gramo de humor y acompañarnos nos hizo creer que tal vez si podíamos ser reparadas o no estábamos tan rotas.

Cuando estaba suicida me dio un ataque de pánico en plena calle de Xalapa, sola, con dos niños de la mano. 

Me eché unas pastillas libre venta de SIMI que sólo me empeoraron la situación y casi me pierdo en ese momento.

Nadie se dio cuenta.

Fue en esa época en que una explosión terrible en mi vida me hizo escribir públicamente lo que estaba pasando. 

Me provoqué anemia porque no comía, a duras penas podía levantarme de la cama, mis hijos vivieron de cereal, huevo y spaguetti en las peores semanas.

Después de pasar crisis a solas, vomitando y sin poder respirar, cargando un bebé en el vientre y otro en la cama, una soledad inmensa, tuve una amiga desconocida y al teléfono que me enseñó a identificar y parar la violencia negligente y de omisión que estaba viviendo, además de la económica y emocional.

En ese tiempo tuve amigas que no sabía que tenía que me levantaron del piso literalmente cuando no podía pararme, me ayudaron a bañarme, vendieron alfajores, hicieron rifas para mandarme dinero para que pudiera ir al psiquiatra. 

Mi psicóloga me vio un domingo a las 5pm en un

McDonald´s porque no tenía donde dejar a mis hijos. Alguien me compró un paquete de veinte pañales cuando yo ni siquiera hacía el intento de vender nada.

Las mujeres me salvaron, pero ellas no hubieran podido hacerlo si yo no hubiese hablado. 

Así que agradezco un chingo mi capacidad de comunicar y sangrar letras y agradezco a las mujeres que me escriben pidiendo ayuda porque las leo, las veo y las comprendo. 

Además siento que debo, que mi vida fue regalada y cuidada como algo precioso y que para poder contribuir un poco al mundo y devolver la ayuda que me fue brindada debería escribir y hablar de esto sin vergüenza ni tabúes.

Las mamás también tenemos ganas de morirnos a veces.

Nunca se me va a olvidar que mis hijos tienen madre porque yo las tuve a ustedes, nunca.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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