No se duda de la buena intención que tienen actualmente José Antonio Marín y Víctor Manuel Velázquez sobre cambiar el rumbo del equipo de futbol, que en sus tareas, resulta una menor si se compara con la responsabilidad de la Cooperativa La Cruz Azul. En lo que se refiere al equipo de futbol, tanto Marín como Velázquez dieron un gran paso al nombrar a un presidente de experiencia como Álvaro Dávila, alguien que sabe de qué se trata el negocio y que será quien dé la cara ante la Federación Mexicana de Futbol.
Hoy se requiere mano dura en Cruz Azul, pero con la guía de los años que justamente tiene Dávila en este sector. La indisciplina de Jonathan Rodríguez requiere una sanción ejemplar, el haber roto una concentración, el haberse ido a una reunión, con la que infringió también el protocolo de salud no es poca cosa. Los futbolistas son ejemplo para una sociedad que hoy más que nunca necesita entender la gravedad que se vive con la pandemia. Álvaro Dávila se enfrenta a una situación nada agradable, con un futbolista que es pieza importante del equipo y el campeón de goleo de la temporada pasada. Se dice que tiene ofertas de otras Ligas, que podría irse de México, pero la directiva cementera lo necesita. Habrá que ver qué quiere el Cabecita, porque algunas personas cercanas a él han filtrado la idea de que ya no está cómodo en La Máquina, de ser así, el tema tendría que ser analizado a fondo por la directiva. Si se queda, Rodríguez tiene que ser profesional y entender que sus movimientos perjudican a un equipo que desde hace muchos años está muy golpeado en cuanto a imagen. Que hay elementos en el club que en verdad sufren cualquier paso en falso en la cancha, porque llevan los colores muy clavados, algo que ya se da poco en el futbol, como el caso de Jesús Corona, Rafael Baca y Julio César Domínguez, muy criticados a últimas fechas por los malos resultados, pero que son de aquellos que están identificados con La Máquina. Hoy, Cruz Azul necesita todo el camino que ha recorrido Dávila en el futbol.
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