Política

¿Y a mí qué la elección en EU?

Absortos como estamos en nuestro propio proceso electoral, la sucesión en el gobierno de los Estados Unidos parece, de hecho, no importarle a nadie o realmente a muy pocos. Excepto las bravatas acostumbradas de Donald Trump y las amenazas de gobernadores como el de Texas, Greg Abbott, no parecen preocupar mayor cosa a la mayoría de los mexicanos las consecuencias que tendrían nuevas políticas norteamericanas en muchos sentidos. Mal que bien, con Joe Biden las cosas han funcionado con relativa moderación, cosa que le ha restado al presidente de la Unión Americana en la carrera que culminará con la elección del 5 de noviembre próximo, ya que es acusado de tibieza y de abrir espacios que, por ejemplo, han ocasionado el mayor flujo de migrantes indocumentados de que se tenga memoria. Hablamos también de que hay una extraña similitud entre ese proceso y el que próximamente, el 2 de junio, viviremos en nuestro país: nunca se había visto una población tan polarizada en esta nación y en la vecina.

La entrevista que recientemente transmitió la cadena estadounidense CBS News, en su programa “60 Minutos”, tal vez el más visto de la televisión norteamericana, con el presidente López Obrador, no causó precisamente satisfacción al mandatario mexicano quien tenía sin duda otras expectativas. Pese que se le otorgó un espacio que fue dedicado por vez primera en la historia de ese programa a un gobernante de México, éste se sintió ofendido que no se hayan dicho todas las cosas que quería y la entrevista de la reportera Sharyn Alfonsi, editada por lógica de tiempos, “recortó” frases o afirmaciones que él pensó. No fue “a modo” como él quería y menos cuando la entrevistadora saca entre sus conclusiones que el “dedazo” de AMLO para con su candidata Claudia Sheinbaum, no anticipan nada de cambios en políticas mexicanas trascendentales como seguridad, narcotráfico y migración. Lo peor, claro, que los republicanos por voz del presidente de la Cámara se Representantes (diputados), Mike Johnson, se fueron con todo contra nuestro entrevistado y afirmó que éste sigue “mimando a los cárteles mexicanos”.

Con las manos atadas -a medias, según se ve-, para incurrir en desacato a las leyes electorales que le limitan en expresiones tendenciosas partidistas, López Obrador no cesa en usar su tribuna para demostrar a Estados Unidos y al mundo que él ha logrado lo que ninguno. Llegó en días pasados a respaldar sus dichos con una encuesta internacional en la que se establece a México como “el país más feliz de Latinoamérica”, igual que la aseveración de que cumplirá todas sus promesas como la del “mejor sistema de salud del mundo” y, particularmente, que su estrategias de “abrazos no balazos” es lo que debe continuar como solución contra el crimen, cosa que “60 Minutos” cuestionó cortés pero duramente. El caso es que la relación con Estados Unidos pende de un hilo. El tema migratorio es bandera allá de los candidatos y Trump en especial, no dejará ir la oportunidad, e incluso ya fijó una postura si le toca reasumir el mando: deportaciones masivas de indocumentados, anulación de derecho de ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos en aquel país, cierre de fronteras (quién sabe qué querrá decir) y algo en lo que poco se repara: la amenaza de cambiar las reglas del juego económico, como aumentar aranceles a nuestros productos y que prácticamente tienden a acabar con el tratado económico.

Trump tiene mucho en su contra como sus problemas legales y aunque amaga con un “baño de sangre” si pierde la elección, será difícil para él enfrentar a un Biden que también tiene sus debilidades (edad, descontrol del asunto migratorio, políticas mundiales, etcétera) pero que al menos ha logrado estabilidad económica del país. Para México, entonces, la elección norteamericana puede llegar a ser incluso un parteaguas en muchos aspectos. En cambio, López Obrador se desgasta cada vez más y prefiere vérselas con los de su “tamaño” de manera un tanto preocupante. A nadie gustó, quizá ni a sus más aguerridos seguidores, por ejemplo, la donación en dinero a los migrantes de Venezuela, Ecuador y Colombia, a cambio de su regreso. ¿Muchos se preguntan a honras de qué se gasta así el dinero de los mexicanos? Sólo hay que ver a la experimentadísima titular de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, doblar el espinazo para saludar a Nicolás Maduro con un “es un honor”, por la firma del convenio que, en su caso, solamente va dirigido a fortalecer al dictador con los obsequios económicos de los mexicanos. Ya ni hablar del caso Milei, en el que AMLO se enfrascó en insultos de ida y vuelta con el argentino, sin ton ni son.

Sin embargo, poco se ha oído a candidatos y candidato a la presidencia de México tocar estos temas cuando el proceso electoral de las dos naciones por coincidencia resulta paralelo. Si es lo migratorio, ahí está el caso del trágico incendio de hace un año en Juárez como ejemplo de la indolencia e incapacidad de Migración, aunque su titular responsable, Francisco Garduño, sigue impune y campante. Ya ni se diga el asunto del tráfico de drogas, del fentanilo, de la violencia superlativa que vivimos. La verdad, resultamos más que piñata favorita para los candidatos norteamericanos. Comienza a vislumbrarse así un futuro incierto en nuestras relaciones. Ya nadie podrá decir de manera ramplona “y a mí que me importa la elección en Estados Unidos”.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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