Si al presidente de la república le pareció gracioso jactarse del amago al que han llegado Estados Unidos y Canadá para hacer cumplir a México los puntos acordados en el nuevo tratado comercial conjunto que lleva apenas dos años en práctica, la verdad es que no tiene conciencia de lo que podrían acarrear las consecuencias. Al ritmo de Chico Che y con sonrisa burlona que quedarán en el más inquietante de sus anecdotarios de gobierno, a López Obrador le pesó de manera evidente una reacción que no esperaba a tan solo unos días de su “exitosa” reunión con el presidente Biden. Para AMLO, México cumple con el tratado y sanseacabó. Pero no parece ser del todo cierto. A riesgo de que aumente exponencialmente la lista de quienes él considera “traidores a la patria”, hay que estar prevenidos ante lo que pudiera ser algo mucho más grave entre tantos deslices y desaciertos a que nos tiene acostumbrados. Pudiera ser simplemente el fin del acuerdo comercial más relevante a nivel mundial que se haya suscrito y del que prácticamente depende en gran medida la economía del país. Así, de este tamaño.
Ante las consultas que están previstas inicialmente para aclarar las cosas, el presidente no se espera a ninguna de sus conclusiones. De hecho, adelanta vísperas, anticipa una postura que, dice, será proclamada nada menos que en el Día de la Independencia, aprovechando una multitud deseosa de congregarse en las fiestas patrias tras los años de pandemia. Es decir, el foro ideal para un pronunciamiento más de corte populista y en el cual ya se ve un anuncio predeterminado. De no considerarse que México incurrió en faltas al tratado comercial, habrá triunfalismo, pero si es contrario y se traduce en un señalamiento de culpabilidad por incumplimiento, entonces, ya lo dijo el mandatario: “no vamos a ceder”. Es decir, ante esta hipótesis, se escudará una vez más envolviéndose en la bandera para, quizá, incluso amenazar hasta con el rompimiento de dicho acuerdo. Aplausos y vivas podrían venir ante el “gesto patriótico” que, en su pensamiento, le emularía a Lázaro Cárdenas cuando proclamó la expropiación petrolera, aunque los tiempos cambian y quienes pagarían las consecuencias seríamos todos los mexicanos.
Veamos a simple vista algunos de esos efectos negativos. De encontrarse responsabilidad de México por incumplir los puntos del tratado que estipulan la equidad entre los tres países firmantes para que fluyan inversiones y comercio con libertad y sin monopolios, las sanciones previstas en el mismo tratado serían sencillamente devastadoras. Ha sido calculado por los especialistas que tales sanciones implicarían aplicación de aranceles (que hoy no existen) por una cantidad que va de los 22 mil a los 30 mil millones de dólares. Esto es, si bien nos va, esta merma a la economía producto de exportaciones sería más de la mitad de lo que ingresa al país por remesas de los paisanos, las que tanto presume (sin mérito de su parte) y enorgullecen al primer mandatario. Además, el principal impacto sería en productos agropecuarios, de manera que, por ejemplo, el recién obtenido beneplácito para las exportaciones de aguacate producido en Jalisco, estimadas este año en 100 mil toneladas, echarían su beneficio simplemente por la borda.
A veces es increíble la manera en la que de manera tan frívola se pueden perder cuestiones esenciales. Si el asunto escalara a otro nivel y pusiera en juego la supervivencia del Tratado, estaríamos ante un impacto mucho mayor ya que no hay que olvidar que Estados Unidos es el destino del ¡80 por ciento de las exportaciones mexicanas! Y lo peor del caso es que una declaratoria adversa a México generada por su afán de mantener y hacer crecer la hegemonía de dos empresas estatales, la CFE y PEMEX, a costa de cualquier competencia, haría susceptible de caer en otras represalias adicionales por ejemplo de los principales países europeos, como la tan insultada y agraviada comercialmente España, que parecen sencillamente estar a la espera de los acontecimientos. Los que no esperarían mucho serían los litigios consecuentes, algunos de los cuales ya se han emprendido ante tanta traba y conflicto por mantener incluso inversiones ya realizadas en el rubro energético por empresas privadas, especialmente extranjeras.
A muchos temas recurre el presidente con sus ya características “cortinas de humo”, y resulta que ahora no se ha extraditado a quien fue detenido para fines de extradición, se desborda la inseguridad, se pretende salvar a Pío de la incineración política para beneficio de su hermano, se renuevan ataques al INE, se descalifica cada vez más a los “corruptos” detrás de la defensa de la selva en Quintana Roo, y muchas más. Sin embargo, detrás del “sentido del humor” tan malo del presidente, se lleva al país a una situación que no parece cosa de risa ni de buenos manejos trascendentales para el país, hoy hechos tan triviales incluso al ritmo de Chico Che.
Miguel Zárate Hernández
Twitter: @MiguelZarateH