Política

¿Estado “de derecho”?... ¡Ajá!

Detrás de esa especie de máscara sonriente que utiliza todos los días por la mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador, tras los sucesos en Culiacán traslucía una severa imagen de quien finge satisfacción por lo hecho a pesar de haber sufrido el que quizá sea hasta ahora el más estrepitoso fracaso del programa de seguridad en su administración. Y esto es mucho decir ya que está claro que su gabinete del ramo no ha rendido cuentas positivas prácticamente en nada y que, después de todo, será quien pague los platos rotos. A Alfonso Durazo quizá no le quede mucho tiempo puesto que será más difícil remover las cúpulas militares, dentro del tsunami que todavía vendrá por la derrota sufrida de nuestras “fuerzas del orden” frente a un crimen que demostró estar más organizado que nunca.

“Prudencia” se llama ahora el doblegamiento obligado ante su majestad el narco. Así se le quiere ver cuando en cualquier país del mundo la tolerancia baja a cero cuando se pretende extorsionar a las autoridades, tomar rehenes o cualquiera otra acción intimidatoria para conseguir los fines de estos grupos delincuenciales y terroristas. Sitiar hasta someter una ciudad entera, capital de estado, donde se asientan reservas importantes del Ejército, la Marina y elementos federales, además de los estatales y locales que en esta ocasión ni figuraron ni contaron, es un hecho sin precedente en la historia delictiva del país. “Un día histórico”, diría quizá por ello con razón el presidente, casi, casi orgulloso de haber tomado la mejor decisión de su vida. Y es cierto que no le quedaba de otra, otros dirán que fue la decisión menos mala, excepto porque hoy, más que en cualquier otro evento infortunado, queda demostrada la caricatura del “Estado de Derecho” que estamos viviendo.

Luego que pase el recuento de daños, habrá que ver la postura que será asumida por el gobierno: ¿Se cumplirá de todas formas la orden de aprehensión contra el hijo del Chapo? ¿Se atreverán a combatir a los cárteles sinaloenses (son tres, quizá cuatro) y a los demás del país? ¿Se dejará otra vez inerme a la población ante los delincuentes que la agreden, extorsionan y asesinan? ¿De qué tamaño serán los arreglos con el hampa para “preservar la paz” que quiere el presidente? ¿Aceptará el Ejército seguir haciendo el papel más denigrante y triste que le ha tocado en sexenio alguno, incluso a costa de la vida de muchos de sus elementos? Y luego viene otra cuestión en la que poco se piensa: fuera de las declaraciones diplomáticas ¿aceptará el gobierno de Estados Unidos la tolerancia y connivencia de las autoridades mexicanas con los cárteles? Hay muchos ejemplos en el pasado de la forma en que el vecino país presionó lo suficiente a México ante su pasividad y hasta complicidad con los narcotraficantes, según ha acusado frecuentemente.

Cierto que nada peor que seguir dividiendo al país, es verdad que cuando no te queda más que plegar banderas y retirarte para evitar más pérdidas humanas, quizá no haya sino rendirse, pero ¿será esta la política que se seguirá todo el régimen? Culiacán es México, parece todo México, vulnerable, indefenso, victimizado, atacado, apropiado por los delincuentes, sometido y en suma desprotegido totalmente mientras los gobernantes se jactan de que aquí prevalece el Estado de Derecho. ¡Ajá!


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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