Política

Eso que llaman “gentrificación”

No es un vocabulario común. Al menos no para la mayoría. Sin embargo, entraña una situación real y un problema que se ha ido agudizando en nuestras ciudades. Vimos hace días cómo motivó incluso una protesta cuando vecinos de la colonia Condesa en la capital del país, se lanzaron contra lo que se aprecia como un desplazamiento de pobladores originarios por quienes entregan las propiedades para fines más vinculados a clases elevadas o la renta para el turismo. No está mal, naturalmente, que se favorezca el mejoramiento de los centros urbanos, de los barrios y colonias, cosa que ha sucedido ya y que beneficia la imagen y los servicios en México, así como en otras partes del mundo. Lo malo es que al hacerlo termina por causarles un daño grave a los moradores para que sean materialmente expulsados y marginados, sin siquiera una alternativa para continuar dignamente con su vida.

Es un asunto a veces difícil de comprender y luce, en apariencia, un tanto contradictorio. Sin embargo, hay que ver que eso que produce la gentrificación, en realidad viene de un ánimo originalmente positivo, como lo es la transformación urbana desde el barrio o zonas específicas que, muy seguramente, se observa degradada y frecuentemente hasta olvidada. El punto negativo es que con ello se busque con nuevos residentes el afán de permitir la instalación de otros con mayor capacidad económica lo que, además, conlleva la pérdida de identidad local, hasta el cambio de giro en los negocios. Es indiscutible que este fenómeno implica una mejora en su infraestructura ya que exige la rehabilitación en las calles, banquetes, iluminación, etcétera, la renovación de edificios y otros más. Está previsto con ello que también mejore la seguridad para los nuevos residentes y, por otra parte, la atracción de inversiones en comercios para sectores pudientes, turistas, etcétera.

No obstante, conlleva inexorablemente al desplazamiento de los residentes originales ya que no podrían cubrir los altos costos generados en la vivienda y se ven obligados –ya veces de manera forzosa–, a abandonar casas y departamentos en los que posiblemente lleven hasta décadas viviendo. Las zonas involucradas, por otro lado, sufren de una pérdida de identidad ya que muchas veces destruyen lo existente para sustituirlo por edificaciones más modernas o sofisticadas. Con ello la mayoría de las veces se elimina una tradición cultural y la historia barrial, entre otros efectos cuestionables. Y, en suma, no hay que olvidar que este estado de cosas contribuye a acentuar las diferencias sociales y exacerbación de desigualdades que terminan, como sucedió en México, en francos enfrentamientos y luchas de clases.

¿Cómo puede avanzarse en lo positivo y evitar las consecuencias negativas? Al parecer sí es factible si se vigilan, entre otros, los siguientes puntos: primero, control real sobre la especulación inmobiliaria, regulación de precios de viviendas y, aparte, antes que nada, desarrollar programas de vivienda realmente enormes a las mayorías como, por ejemplo, –lo está haciendo el Ayuntamiento de Guadalajara con un plan piloto de 500 viviendas– ofertar viviendas donde en un mismo edificio departamentos con precios preferenciales para los locales. Y es que es primordial proteger los derechos de los vecinos originarios, mediante leyes de control, subsidios para vivienda, entre lo fundamental. Esto representa igualmente invertir más en lo comunitario, rescatar barrios, fortalecer su infraestructura y la integración de consejos ciudadanos para garantizar la eficacia en rehabilitación y repoblación de acuerdo con las aspiraciones originales de sus moradores.

Todo lo señalado, por lo demás, representa un gran desafío, que requiere de una cuidadosa planificación y una intervención gubernamental directa y efectiva. Es decir, lo pretendido se puede alcanzar siempre y cuando se preserven los derechos e intereses de los residentes originales para que dicha inversión responda en primer orden a los intereses sociales y comunitarios. Conscientes de todo lo que implica, está claro que es primordial guardar un equilibrio adecuado, generado a partir de la planeación urbana y un complejo andamiaje legal, cuidando particularmente impedir la simple especulación.

Como en la ciudad de México, se da una situación similar en muchas ciudades del país como Guadalajara y en el extranjero. Todo hace pensar en que se trata de un fenómeno incontenible que hay que regular y mantener vigilado ya que el simple desplazamiento de los sectores más vulnerables terminaría por ahogar los buenos propósitos y causar, lo que se conoce como gentrificación… más daños sociales que beneficios para unos cuantos.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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