A unos días de que rinda su primer informe, la presidenta Claudia Sheinbaum se enfrenta a disyuntivas y conflictos inesperados. Dará buenas cuentas en algunos rubros, algunas derivadas y producto de los resultados en disminución de pobreza tal y como lo señaló el INEGI, pero el fondo político de su administración queda ensombrecido por el crimen de alto impacto, por los recientes temas de corrupción y dispendio y por una actitud de franco menosprecio a toda oposición. Pues, ¿no quedamos en que debería gobernar para todos los mexicanos? Hay críticas a partidos, grupos y personas por mostrarse contrarios a cuestiones que para ella no tienen importancia. Acuña, como lo haría su predecesor, frases lapidarias y muchas veces sin sentido, a generalizando sin ton ni son, hasta por la venta de café Bienestar, al decir que con esto se hace “para que se sigan retorciendo” los contrarios a su régimen. Así, con este tipo de lenguaje al que nos acostumbró López Obrador, Sheinbaum no hace sino emular de quien gozó hasta el máximo dividir a los mexicanos y echar fuera de su paraíso a cualquier detractor.
Coincidirá el informe con el inicio de una etapa diferente en el Poder Judicial, ajustado como todos sabemos muy a modo de la 4T a través de la pantomima de una elección cuyos defectos e ilegalidades son avaladas ahora por los tribunales que debieron juzgar anomalías como los famosos acordeones. Y, además, amenaza una reforma electoral que tiene como finalidad la acumulación de poder a costa de la democracia. A la presidenta se le olvida que, a la vez que existe un pacto federal, en sus respectivas constituciones los estados son libres y soberanos y que hasta los municipios en sí cuentan con márgenes de independencia muy importantes.
En efecto, está el caso de la intención de limitar cuando no desaparecer los OPLES, o sea los organismos públicos locales electorales, que son los que se encargan de los procesos de este tipo en cada entidad del país. Para el gobierno federal es fácil pensar en que con ello habrá “ahorros” en el gasto de estos órganos, aunque, por otro lado, contribuyan a fortalecer aún más esta tendencia imparable de centralización. De seguro Sheinbaum y su equipo de asesores en la materia, que por sabido se da no sin un equipo integrado exclusivamente por cuatroteístas y funcionarios del propio gobierno, lo que pretenden es un retroceso sustancial a la época del gobierno absoluto, el que llevó a López Portillo a la presidencia con la inexplicable suma del ciento por ciento de los votos, lo que llevó a una primera gran reforma electoral con Jesús Reyes Heroles. Los OPLES, sin embargo, nacieron tiempo después, aunque vinieron a complementarse con una decisión trascendental tomada anteriormente, la de integrar a la oposición con representatividad social.
De manera que Sheinbaum no hace sino seguir los lineamientos de su mentor no solamente para conservar el poder sino para consolidarlo sin dejar margen alguno de posibles cambios en sus pretensiones. Este es, de manera innegable, ese fondo por el que habrá sin duda batallas, pero destinadas a enderezarse por la misma ruta con la aplastante mayoría de que dispone en el Congreso de la Unión. Cualquier parecido a lo que sucedió en las épocas más aciagas de la democracia y los barruntos dictatoriales de no pocos gobiernos priístas, no es mera coincidencia, es la coincidencia plena de que se persigue lo mismo.
La verdad, en lo particular no espero en el informe de Sheinbaum alguna novedad en cuanto a una autoevaluación. Todo lo contrario, seguirá sin aceptar que la realidad la está rebasando en muchos órdenes. No es nuevo para nadie que los informes no son sino mensajes de optimismo en las acciones y en el otorgamiento de cifras manipuladas para ganar el aplauso. Con sutileza o hasta con espíritu de flagelación, se tocarán los más delicados temas, incluidas las entregas de capos y hampones a la Unión Americana, así como otros temas domésticos pero graves como la quiebra técnica de PEMEX o una muy posible al paso de unos años en el IMSS y otras instituciones. La economía se festinará con lo de la baja en cifras de pobreza en tanto hay signos de mayor desempleo y, naturalmente, no faltará la exaltación de los clientelares programas sociales del gobierno.
Es un gobierno joven todavía el de Sheinbaum. Para México lo importante es que haya mayores coincidencias y actitudes conciliadoras. La confrontación fue el arma de AMLO. Le toca a la presidencia asegurar la unidad que está por romperse irremediablemente ante la ambición de poder que destila por todos lados este gobierno.