Política

Como el viento a Juárez

Aparece en una pantalla la imagen de AMLO y, luego, una disolvencia lo transforma en el prócer Francisco Madero. Esto sucedió en video oficial en una ceremonia el viernes pasado en Palacio Nacional al conmemorarse el fallecimiento del “apóstol de la democracia”. La cuestión no pasaría a mayores, pero bien refleja el tinte de megalomanía al que ha llegado el presidente de México. Así, en su mente, nada ni nadie puede osar a cuestionar a un intocable, ni siquiera la ley que, él mismo afirmó, no puede estar por encima de su mandato ni de su dignidad. A unos días del inicio de las campañas políticas, entra López Obrador con todo y está claro que los nuevos señalamientos del New York Times (“pasquín inmundo”, calificó), le han estropeado su estandarte inmaculado, insignia a defender y manejar durante ¡tres meses! por su candidata a sucederlo.

El violentar las leyes no es nuevo en él, especialmente si se trata de exhibir información personal con datos en manos del Estado, a los que considera adversarios. Pero el colmo es que lo haga con una periodista a manera de venganza por enviarle una carta con interrogantes en torno a la participación del narco al amparo de su gestión. Revelar el teléfono de la periodista fue lo que se le ocurrió, como un peligroso desquite en el que, para hablar llano, le valió todo, incluido el INAI y toda la normatividad de protección. La censura nacional e internacional no se hizo esperar, incluso desde la misma Casa Blanca, pero para él, que no habla de otra cosa con respuestas más rabiosas que argumentativas, todo ello le hace “lo que el viento a Juárez”. Entonces, para qué le concede tanto espacio, tanto tiempo y tanto verbo. En cambio, considera “vergonzoso” que alguien divulgue el teléfono de su hijo.

Quizá el presidente no contempla que, en el fondo, las presuntas vinculaciones con el narco que se le atribuyen en la prensa extranjera no tienen su origen en las supuestas investigaciones que ya desmintió (?) por razones políticas el gobierno norteamericano, sino en realidad por la evidente escala de impunidad que alcanzan cárteles y grupos criminales y que han llevado hasta actuar al Clero, con la venia de sus jerarquías más altas, a intervenir para que los enfrentamientos armados no castiguen ni asesinen más a la población civil. A ese grado se llega cuando un gobierno se muestra a tal punto incapaz y esto, por lo demás, hace creer aquí y en otros países, que necesariamente actúa el hampa con la certeza de estar en cierto modo protegida.

Todo indica que el ánimo presidencial atraviesa por momentos difíciles. Arranca Claudia Sheinbaum con una concentración en el zócalo, ese espacio tan flexible que cuando es acto oficial llega hasta el millón de participantes, pero, cuando igual de lleno, no llega a los cien mil si se trata de opositores. La verdad es que hay cierta razón en ese mal ánimo. La candidata ha pasado semanas y semanas sin prender, sin calentar siquiera, carente de carisma, de discurso que no sea para defender o exaltar a la 4T y a su líder, con aburridas repeticiones. La sombra que le cobija ciertamente le da cierto impulso, pero a la vez le resta con los arranques autoritarios y los dislates. No ha marcado diferencia alguna, se deja llevar por el viento desde Palacio y eso que nadie le puede negar inteligencia. Lo peor es que Sheinbaum se muestra débil, con un bastón de mando más parecido a la carabina de Ambrosio, como quedó demostrado en la selección de candidaturas, a partir de la de la Ciudad de México. En contraste, López Obrador pone en la antesala del Senado hasta su hermano.

Para su única verdadera contrincante, Xóchitl, todo parece más relajado, presta siempre a utilizar un arsenal que está por marcar al sexenio y que aumenta día con día, como la inseguridad, los programas fallidos de salud y tantos más. El gobierno federal, en cambio, busca a toda costa propagar, como si fuera dogma, que ya todo está consumado, que la candidata oficial es ya triunfante, aunque sin haber iniciado propiamente campaña, o que ese arroz está más que cocido y nada le quitará la victoria. La guerra de encuestas se desata, más en los días de campaña, pero se avizora más intensidad que la esperada. La marcha del día18 lo confirmó. Oposición fuerte la hay y es real. Para el presidente, Sheinbaum y Morena no será para nada el día de campo que sin duda esperaban.

Posdata: Aire fresco en la relación del gobierno de Enrique Alfaro y la rectoría de la UdG a cargo de Ricardo Villanueva, con el apoyo presupuestal a la Universidad. Un buen motivo de celebración para todos y muestra tangible de que las campañas tendrán aquí un modo distinto. Sin duda, el de un Jalisco más unido.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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