Más que el mismo quinto informe que presentó recientemente Enrique Alfaro, el gobernador de Jalisco pareciera haberse anticipado a lo que vendrá en el futuro inmediato. Fue, como todos sabemos, un verdadero alud de datos y de hechos difíciles de controvertir por su contundencia y objetividad, aunque naturalmente se mostraron otros que resultaron reconocidos por el propio mandatario como merecedores a mejorar sustancialmente, como la seguridad pública en todos sus rubros. Pese al despliegue de tecnología, videos, etcétera, en el acto público al que se convocó, no dejó ser muy importante y trascendente porque, en suma, también ahí se marcó la postura defensiva de toda la administración ante la guerra electoral que de suyo ya ha iniciado.
No es atípico que los opositores en campaña pretendan fincar sus promesas y señalar sus compromisos mediante cuestionamientos y ataques al gobierno en turno. Es lo normal. Sin embargo, Alfaro, dentro de su visión puesta en su proyecto dirigido a los jaliscienses, así como la manera de mantener un equipo cohesionado que de alguna manera sufrió las dificultades de las contiendas internas, especialmente por las aspiraciones a las distintas candidaturas de su partido, también siguió una estrategia a fin de que los partidos opuestos a su régimen no puedan manipular así como así los dato reales a fin de encontrar los resquicios del ataque a su gobierno y la necesidad, para ellos obvia, de pretender cambiarlo.
El embate se ha estado viendo ya en los prolegómenos de la actual precampaña. Morena y ahora su séquito de partidos acompañantes en la entidad, se ve más fracturado y dividido que lo que se esperaba aunque algunas de sus figuras relevantes hayan mostrado por ahora disciplinarse, pese que internamente se empiezan a manifestar inconformidades. La inclusión de personajes como Pedro Kumamoto, no ha sido hasta hoy del todo rentable ya que éste, siendo el primer candidato independiente que triunfó en Jalisco, para sus propios seguidores en el partido Futuro, le cuestionan aquella mística de la lucha política sin filiaciones. Y como hay que demostrar lealtades, a Morena se le ocurrió sin duda lanzarlo por delante para enderezar ataques contra el gobierno de Alfaro. Así se difundieron sus críticas a que la política partidista se lleve desde Casa Jalisco (extraño ya que es desde Palacio Nacional donde se toman todas las decisiones del morenismo), como anticipo de que la lucha electoral plena se desarrollará en un ambiente colmado de acciones para destruir la imagen del régimen.
Y es aquí donde cobra importancia que prácticamente uno a uno de los aspectos de la actual administración estatal fueran desmenuzados y basados en cifras y acciones bastante concretas. Ahora bien, fue notorio que la mayoría de los medios informativos no destacaron el mismo informe o su trascendencia. Acaso se destacó la importancia para Jalisco de que se defina una participación más significativa de parte del gobierno federal. Volvió a retomarse lo de la reforma relativa al pacto fiscal ya que, en lo que entiende el gobernador, es clara y hasta indignante la distribución del gasto, citando el hecho de que Jalisco recibe apenas el 20 por ciento de sus aportaciones al erario del país. Y eso que faltaba otro golpe más, quizá ya premeditado por el gobierno de la república, al no sólo ser más justa la devolución de los fondos aportados por los jaliscienses sino, con el nuevo presupuesto, incluso bajarla aún más. Las decisiones de este tipo, ni se dude, tienen un evidente contenido político.
Pero, con semejantes argumentos, valdría la pena subrayar la necesidad de que hubiera más unidad de sectores, incluyendo políticos, para defender a Jalisco ante una injusticia fiscal de tal dimensión. Y es aquí donde vale la pena analizar por qué lo que se hace bien no trasciende tanto. Yo soy constructor y me encantan los temas urbanos, no soy comunicólogo, pero el hecho que observo es que ha fallado un tanto la política de difusión del gobierno. Mucho se dejó a la información a través de las redes. Pareciera que nunca se llegó a trabajar a fondo en la forma de integrar a los medios tradicionales, prensa, radio y televisión, con una estrategia que apoye lo positivo real, no proclividades simples por el gobierno. Estas estrategias funcionaron muy bien en el pasado, como sucedió con las empresas de radio televisión que unidas realizaron campañas enormes para prevenir incendios forestales, por ejemplo. A Enrique Alfaro le hubiera venido bien, muy bien, sin doblegarse a intereses inconvenientes, una política de comunicación que bastante le falta para culminar con lo exitoso de su gestión y de paso ayudar a quien sigue sus pasos para dar continuidad a su política y programas de gobierno.
Las campañas ya están encima y ahora será complicado estar replicando cada ataque de los opositores, especialmente aquellos que surgen en el fragor de la guerra que se espera desatará el morenismo y complementarios en Jalisco para acabar con el bastión naranja del país. Alfaro tuvo mano, a juzgar por lo que se observa, en la toma de decisiones fundamentales y las que se tomarán en breve para definir las candidaturas que vendrán en cascada. Generó un mensaje claro de unidad dentro de su movimiento en Jalisco. Está visto que su partido a escala nacional se muestra muy optimista en cuanto al futuro electoral de México y, a decir verdad, no sabemos en Jalisco el impacto real del gobierno central, inmerso en un 2024 que será muy complicado presupuestalmente hablando, y su partido, así como tampoco se ha medido aquí la fuerza que alcanzará en Jalisco el Frente por México con la abanderada nacional Xóchitl Gálvez.
Todo ello ofrece un panorama que no parece un día de campo para las elecciones, ni en el país ni en Jalisco. De algo hay que estar ciertos, Alfaro ha cumplido su parte pero nadie sabe qué hechos podrían suscitarse. El reciente caso de Ocotlán, por ejemplo, no deja de ser dura prueba para una administración que busca terminar sexenio con mayoría de buenos resultados con todo y que sepamos la génesis de la violencia general del país.
Y mientras los partidos contrarios se frotan las manos en busca de ataques cada vez mayores para degradar a Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro, aun con sus deseos de concluir gestión sin mayores intenciones políticas, habrá de enfrentar necesariamente todo lo que sobrevendrá en una intensa campaña política. Ojalá y que pueda concluir importantes programas de beneficio colectivo, varios de ellos con evidente merecimiento a un mejor reconocimiento público.