Para quienes profesamos la fe católica, la Semana Santa es una época de reflexión, donde ponemos en la balanza lo bueno y lo malo que hemos hecho en el camino, pero sobre todo evaluar si el rumbo ha sido el correcto.
Como seres humanos estamos obligados a tomar las mejores decisiones, y por qué no, corregir cuando cometemos errores y sobre todo porque afectamos a otras personas.
Eso aplica en todos los ámbitos de nuestra vida, y por supuesto en cualquier actividad a la que nos dediquemos. En el caso del que esto escribe, los periodistas también deberíamos tomarnos el tiempo para meditar sobre cada uno de nuestros actos.
Hoy es Viernes Santo y en todas las actividades de la Iglesia Católica hubo mensajes en ese sentido, y aunque algunos no coincidan con el planteamiento, en lo que debemos estar de acuerdo es buscar el bienestar de la gente.
En el caso de los políticos todavía tienen una mayor responsabilidad, y necesitan realizar acciones y proyectos para generar esas condiciones. Lo peor de caso es que en Nuevo León hay muchos que hacen todo lo contrario.
Los índices de contaminación están cada vez más alarmantes, y las imágenes se pueden ver desde que entras vía aérea al espacio de la Zona Metropolitana, o por tierra mientras bajas la pendiente de la zona de la Huasteca por la autopista a Saltillo.
Es evidente que la calidad del aire es pésima, y parece que a nadie le importa porque ni el Gobierno estatal actúa, ni los alcaldes se preocupan por tomar las medidas para aminorar el daño al medio ambiente.
Los diputados tampoco quieren saber nada del impacto a nuestra salud, que según lo dicho por las autoridades es cada vez mayor por las partículas de polvo y los contaminantes que respiramos.
El sector industrial tampoco ha querido actuar, pues las empresas son las principales fuentes de emisiones a la atmósfera y que por la orografía de nuestra ciudad impide la acción de los vientos.
En ese sentido todos hemos tenido una parte de la responsabilidad, y por eso deberíamos aprovechar estos tiempos para meditar qué hacer como agentes de cambio. Es decir, no solo ser parte del problema, sino de la solución.
