No conozco quién no esté harto de la violencia, nuestro mundo empieza a descomponerse de tal modo que cada día parece que la vida del prójimo vale menos, parece hoy que matar a alguien es como ir un día de cacería, dejando de lado el más mínimo y elemental sentido ético y moral.
Pero nadie hace algo. A todos nos aterroriza y nos indigna por ejemplo lo que ocurrió en la escuela primaria de Uvalde, Texas, políticos de todo el mundo empezando por Joe Biden, Presidente de los Estados Unidos, han manifestado su pesar por lo ocurrido, pero ¿qué cree? Ni una acción respecto a reformas a la ley de aquel país para evitar la venta indiscriminada de armas, que ha llevado a un tráfico ilegal de éstas en el mundo, enriqueciendo a una élite de aquella nación con la sangre de millones de personas.
Ayer escuchaba al Presidente Andrés Manuel López Obrador lamentarse de estos hechos, pero no hay ni una acción contundente para acabar con la violencia en México que ha enlutado a cientos de miles de familias, en una administración federal que está por llegar a los 120 mil homicidios a poco más de dos años de que termine.
Todo mundo se dice harto, todo mundo se lamenta, pero más allá de atender el nefasto comercio de las armas, que en teoría debían de servir solo para defensa y no para ataque, ¿quién está atendiendo las causas del origen de esta violencia de la que todo mundo se dice harto?
Más allá de otorgar dádivas, o de simular atenciones a las adicciones, ¿quién se ha fajado los pantalones para reconocer que todo lo que se ha hecho hasta hoy no ha funcionado? pues la violencia no cesa y no parece que vaya a terminar.
Además de la fallida lucha contra la corrupción que mantiene fuerte a los grupos criminales, sin que se toquen sus estructuras financieras y sin ver la caída de verdaderos cabecillas. Veo hoy una situación todavía más delicada: antes había graves omisiones en el combate a la delincuencia hoy tristemente veo permisividad.
¡Ya basta! Pero nadie hace algo.
Miguel Ángel Puértolas