En septiembre de 2024, el mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador habrá terminado, ya hemos recorrido en este barco de la cuarta tergiversación casi 5 años, y pareciera que no pueden salir del discurso de que la culpa de todos los males del país se debe a la herencia nefasta de gobiernos anteriores.
Y sí, en efecto cada administración federal se ha encargado de poner un granito de arena, o una duna completa para contribuir por ejemplo al grave problema de violencia que tiene nuestro país, el reclamo más bien va en el sentido de que quienes llegaron a la presidencia simple y sencillamente no hicieron algo efectivo para que esto mejorara, al menos no culparon al de atrás.
Este gobierno sigue sin asumir su responsabilidad, a mí no me importa el chiquero que dejen quienes se van, sino qué van a hacer los que llegan a limpiar, a dar con los responsables y hacerlos que paguen. Creo que todos sabemos quién es responsable de cada periodo en la presidencia, de no actuar con políticas acertadas de combate a la criminalidad, con un dejo de complicidad con los grandes cárteles de la droga.
¿Por qué le digo todo esto? porque ayer AMLO admitió a regañadientes y con un profundo pesar, que los abrazos y no balazos nunca funcionaron y éste se ha convertido, sí, su gobierno, en el más sanguinario y violento de la historia con cifras que sobrepasan los 150 mil fallecidos y que al cierre del sexenio podría sumar el total de los dos sexenios anteriores, por cierto los más criticados y atacados por López Obrador.
“Que vean cómo nos dejaron el país, porque esta es una mala herencia en seguridad, pero así nos dejaron salud, educación y así nos dejaron todo” dijo. Ajá, pero ahora que nos expliquen qué dejaron de hacer para revertirlo, pues cuando contrato a un plomero para que me arregle una fuga no le pago para que se queje de cómo fue que se originó.
Me recuerda mucho a Pedro Infante: “Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que yo no fui”.