No hay manera de no decirlo, el país está por lo menos… de cabeza. Los homicidios no cesan, la violencia se incrementa y hoy parece que desde la 4T están más preocupados por el 2024, que por atender los problemas esenciales del país, la pobreza, la desigualdad, los feminicidios, el cada vez más bajo poder adquisitivo y la gran cantidad de empleos perdidos, que ha incrementado la economía informal en el país.
Volvemos a la tragedia del mesianismo que promete el cambio, hoy llamada transformación y volvemos a las mismas, solo el poder cambia de manos pero parece que al llegar todos esos ideales que desde la oposición defendían, hoy sólo son viejas promesas olvidadas en medio de un circo que parece no terminar la función.
Abrazos y no balazos, y hoy vemos a elementos del Ejército y de la Guardia Nacional sometidos por delincuentes, que exhiben sus acciones criminales, ante un estado que parece estar alejado del precepto de hacer valer la ley, pero por otro lado vemos a elementos disparando en contra de civiles desarmados, dejando al menos una estela de 10 muertos inocentes con balas pagadas por los contribuyentes.
Abundan los spots, celebrando la consulta popular, un ejercicio que costó más de mil millones de pesos a los mexicanos, sólo para medir el músculo de Morena, mientras su máximo líder, el creador del movimiento se dedica a pelearse con comediantes y periodistas por igual cuestionados por su actuar, sin atender lo importante por andar apagando sus fuegos que considera urgentes.
El desaseo y la incertidumbre reinan, mientras el priismo revolucionario reencarnado en Morena celebra los dichos que destapan a los sucesores, que el país se resquebraje no importa total lo importantes es que aseguran tener el poder por un sexenio más, claro, siempre y cuando la mayoría no salga a votar.
Y las instituciones… una promesa que sí cumplieron ¡al diablo con ellas!
Promesa cumplida.