Me pregunto dónde están las defensoras de los derechos de las mujeres, dónde están las manifestantes que suelen exigir trato digno para el género femenino, dónde están aquellas que se cuelgan listones de todos colores velando por la libertad de ellas frente a la violencia ¿Dónde están?
Dónde están las que alzan la voz ante el homicidio de mujeres, que exigen en todo foro que éstos sean tratados siempre como feminicidio, dónde están las luchadoras sociales que alzan el puño gritando “el violador eres tú”.
Este lunes en Celaya en una sola acción, sin oportunidad de defenderse, fueron asesinadas ocho mujeres, de las 11 personas a las que les arrebataron la vida en un bar un grupo de hombres armados, lo que representa tal vez el multihomicidio en contra de mujeres más numeroso en los últimos años.
A ocho mujeres les arrebataron la vida sin piedad con armas de alto poder, mujeres que hoy son víctima de la delincuencia y que en el peor de los casos en vida podrían haber sido víctima de trata, o simplemente presas de los delincuentes, independientemente de la vida que llevaran hoy son mujeres a las que se les violentó el derecho a la vida, y tal vez en vida el derecho a la libertad.
¿Qué pasó que nadie alzó la voz? como en su momento se han alzado voces exigiendo justicia ¿en qué condiciones debieron estar esas mujeres para ser dignas de un reclamo frente al infame destino del que fueron objeto? ¿Es necesario que sean maestras, hijas bonitas de familias bien, muchachitas que solo querían divertirse sanamente, o que fueron abandonadas por sus amigas en la carretera para que alguien alzara la voz por ellas?
Estamos frente a un hecho si no inédito poco común, y terrible, pues nadie independientemente del género tiene derecho a morir de ésta manera, y al igual que se alza la voz por esas víctimas bonitas que idealizamos, esas ocho mujeres, que seguramente tenían familia, merecen que también se exija justicia para ellas, como para todas las víctimas de las atroces acciones de los delincuentes.