Nadie escarmienta en cabeza ajena dice el dicho, y prueba de ello es que en los últimos 30 años al menos 11 ex gobernadores han terminado tras las rejas luego de ser acusados principalmente de delitos que tienen que ver con un enriquecimiento inexplicable, y por un deseo desmedido de tener poder más allá del que les confiere los cargos en turno.
Todos los gobernadores que han caído en prisión tienen ese común denominador y el tema viene a colación del encarcelamiento del Bronco, Jaime Rodríguez Calderón ayer, sobre quien pesa un juicio por presunto desvío de recursos, por utilizar personal al servicio del estado para dar soporte a sus aspiraciones de llegar a la Presidencia de México. En este caso el deseo de poder lo llevó a cometer el error garrafal que hoy lo tiene en prisión.
El dinero ha hecho perder la cabeza a otros ex mandatarios que lejos de respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan deciden el camino fácil de meter las manos al erario o recibir sobornos para beneficiar a sus amigos o socios.
Ahí están los casos de los Duarte, Javier Duarte, de Veracruz, y César Duarte, ex gobernador de Chihuahua, otro de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, Jorge Torres López, interino en Coahuila, Andrés Granier, de Tabasco, luego exonerado.
Pero los casos más graves son aquellos que además tuvieron nexos con la delincuencia organizada, el más famoso tal vez el de Mario Villanueva Madrid, de Quintana Roo, Tomás Yarrington, de Tamaulipas, Roberto Sandoval, de Nayarit, Jesús Reyna, interino de Michoacán, o Guillermo Padrés, de Sonora.
Celebro que el largo brazo de la ley alcance a todos aquellos a quienes los ciudadanos con el voto les confirieron la posibilidad de administrar las riquezas y llevar los destinos de sus gobernados en cada entidad federativa, lamentable es que ese brazo no llega a otros destinos, y difícilmente en México veremos sentado en el banquillo de los acusados por acciones u omisiones a algún ex presidente, por una simple y sencilla razón “el que se va se calla” y el que llega hace como que la virgen le habla.