La cultura de la legalidad implica un uso responsable de las herramientas que la ley nos proporciona para proteger nuestros derechos, en esta vorágine que hoy estamos viviendo en el marco de la reforma judicial es importante reflexionar en ello y los legisladores deberían de estar preocupados por esos recursos que lamentablemente se utilizan, no para hacer justicia, sino para dañar sin importar las consecuencias.
Ejemplos de ello sobran y nos permiten ver en la calle personas acusadas de todo tipo de delitos especialmente relacionados con la corrupción, pero también en la cárcel y en situaciones de vulnerabilidad a personas a las que en muchos casos solo se les exhibe sin razón y se les somete al escarnio en redes sociales, personas acusadas sin ninguna prueba, pero juzgadas y sentenciadas por el colectivo. ¿Qué habría pasado y el taxista de #LadyUber no hubiera grabado la acción reprobable de su pasajera?
Cuando los recursos legales diseñados para la protección de las personas se utilizan con la intención de dañar, difamar o ejercer poder injustamente sobre otros, se socava la legitimidad de esas herramientas y se desvirtúa su propósito fundamental.
Este tipo de acciones no solo perjudican al individuo afectado, sino que también en un sentido aún más grave erosionan la confianza pública en el sistema de justicia y dificultan la lucha genuina contra las acciones que pueden constituir un delito, y tristemente esto se ha convertido en el pan de cada día.
Es importante recordar que la igualdad ante la ley implica que todos los individuos, hombres y mujeres, deben ser tratados con justicia y equidad. El uso malintencionado de recursos legales por parte de cualquier persona es un error que atenta contra este principio fundamental, lo que debe ser entendido por todos, ciudadanos y gobierno.
Creo que la discusión debería enfocarse en la importancia de la integridad, la responsabilidad individual y el respeto por el estado de derecho. Fomentar una cultura de denuncia responsable y garantizar procesos judiciales justos y transparentes son elementos clave para prevenir y abordar cualquier forma de abuso del sistema legal.
Construir relaciones equitativas y respetuosas entre hombres y mujeres requiere un compromiso continuo con la verdad, la justicia y la empatía. Deslegitimar las herramientas de protección por el mal uso que puedan hacer individuos no contribuye a este objetivo.
En cambio, debemos trabajar juntos para asegurar que estos recursos se utilicen de manera ética y efectiva para proteger a quienes realmente lo necesitan, sin caer en la generalización ni en la polarización.