Hay una idea arraigada en nuestra sociedad referente a que el aumento de penas y la prisión preventiva oficiosa son parte de la solución a los graves problemas de violencia e inseguridad que vive el país, pero nada está más alejado de la realidad pero además nos encontramos con que la necedad de meter a todo imputado de algún delito a prisión va a traer consigo un descenso en la comisión de conductas delictivas.
De ser así la violencia en México habría disminuido, pero al contrario al paso de los años lo único que tenemos hoy es un cúmulo de prisiones atiborradas de personas acusadas de cometer diversos delitos, en medio de procesos lentos, y un alza continua en la violencia y en el número de delitos denunciados lo que nos habla por una parte la inutilidad del endurecimiento de las penas y de la aplicación de prisión preventiva como medida cautelar.
Traigo el tema a cuenta, luego de ver la visita que hizo el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a Santa Martha Acatitla, una prisión femenil en donde más de 200 internas le hicieron saber sus peticiones de justicia entre ellas la ex secretario de Desarrollo Social de quien se ha dicho en incontables ocasiones que los delitos por lo que se le acusa no merecen la prisión preventiva.
Al final Zaldívar reflexionó respecto al tema y aseveró que pudo comprobar los vicios del sistema penal mexicano que él mismo había venido señalando y la necesidad de revisar la prisión preventiva oficiosa, así como establecer criterios más claros para aplicarla de manera justificada.
Pero para los legisladores, como en el ideario popular a sanciones más duras mayor justicia y menos violencia, recurren al populismo legaloide realizando reformas que lo único que traen es la sobrepoblación de los penales y nunca una disminución en la delincuencia, probado especialmente en las últimas dos décadas.
Y si a eso le sumamos una posición laxa de parte de las autoridades encargadas de la seguridad, tenemos una bomba de tiempo en puerta que en cualquier momento nos va a explotar. La respuesta está mucho más allá de la cárcel impuesta por desesperación.
