Ser fan de ABBA y fan del cine es una dolorosa contradicción en Mamma Mia: Vamos Otra Vez. Diez años después del éxito taquillero del jukebox musical para cine que compendia los temas inmortales de la agrupación sueca, recibimos la secuela solo para ver que las áreas de oportunidad de la primera parte no fueron atendidas.
Una década después de la boda a la que invitó a sus tres posibles padres, reencontramos a Sophie (Amanda Seyfried) aún en la isla griega de Kalokairi y a punto de reinaugurar el hotel que fundó su madre, Donna. Esta vez, dos de sus tres figuras paternas no podrán acompañarla y su esposo Sky se encuentra atrapado en el trabajo al otro lado del Atlántico. A la par de mostrarnos a Sophie con los preparativos de la reapertura del hotel, la trama viaja al pasado en flashbacks a los años de juventud del personaje que Meryl Streep interpretó en la primera entrega. Recién egresada de la escuela al igual que decepcionada porque su madre no asistió a su ceremonia de graduación, Donna se va de viaje por Europa, subtrama en la que nos serán revelados los detalles de cómo conoce a Sam, Harry y Bill; jugando así como precuela y secuela.
Salvo su premisa progresista (que presenta a mujeres sin ninguna clase de culpa respecto a su libertad e independencia), este pretexto para seguir cantando el catálogo de ABBA no está a la altura de las composiciones de Benny Andersson y Björn Ulvaeus. Si bien es cierto que nadie espera rigor de una historia que debe girar en torno a las letras de los grandes hits de un grupo pop, Mamma Mia 2 pone a prueba nuestra tolerancia con transiciones de guión abruptas. El verdadero problema, lo que lastima la pupila, son sus valores de producción. Sets acartonados, vestuario que no luce bajo los reflectores, evidente uso de pantalla verde para simular exteriores. La suma de estos desaciertos no corresponde a la exigencia técnica del género musical, resultando en escenas que, como mucho, pasan como secuencias sing-along, esos momentos en alguna comedia en que los personajes rompen en canto y baile casual y a los que nadie confundiría con un número de comedia musical.
Si Mamma Mia: Vamos Otra Vez nos produce un buen efecto, ése será crédito de la carga emocional que para cada uno de nosotros tienen los temas de ABBA, y de ninguna manera es gracias a la labor de los creadores de esta versión para cine en la que, al menor esfuerzo, nuestra mirada comienza a captar detalles antiestéticos a cuadro.
Con un elenco juvenil extendido en el que Lily James lleva el rol principal, esta secuela se propone heredar tesoros musicales como Dancing Queen, Waterloo, Super Trouper, Fernando a nuevos escuchas. Pese a la fuerte inyección de sangre joven, son las instituciones de la cultura pop las que dan motivos para ver esta cinta. Si algo vale la pena en la segunda Mamma Mia es el regreso de Cher a la pantalla grande, en una aparición tan breve como redentora. Solo bajo el estándar del placer culpable esta precuela/secuela es disfrutable. Pregunta para los fans de ABBA: ¿qué opinan de una secuela que repite cinco canciones que ya habían sido montadas en la primera parte, en vez de explorar más el repertorio del artista?
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"Mamma Mia": del placer al placer culpable
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Maximiliano Torres
Monterrey /