Llamamos rezago educativo a la suma de mexicanos que no saben leer y escribir o que no han concluido su formación básica, primaria y secundaria.
Es el saldo pendiente del gran esfuerzo que nuestra Nación ha realizado al construir un sistema educativo con infraestructura y cobertura, maestros, contenidos y libros de texto gratuitos para la mayoría de la población.
Solo en perspectiva histórica podemos dimensionar esa tarea. En 1921, cuando se creó la SEP, ocho de cada 10 mexicanos no sabían leer y escribir. Con José Vasconcelos comenzaron las primeras jornadas de alfabetización y se sentaron las bases para que la educación fuera uno de los motores de desarrollo del país.
En 1975 se creó la Ley Nacional de Educación para Adultos que definió la tarea de integrar al Sistema Educativo Nacional una modalidad extraescolar para jóvenes y adultos privilegiando el autodidactismo y la solidaridad social. Sin embargo, para 1980 el analfabetismo era de 17 por ciento y uno de cada cuatro mexicanos no había terminado primaria y secundaria. Las cifras marcaban una brecha de inequidad de género, pues una de cada cuatro mujeres mayores de 15 años no sabía leer ni escribir.
En este contexto, en 1981 se crea el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), a fin de acelerar el proceso de alfabetización y formación escolar y contar con una institución que se especializara y dedicara a atender las necesidades de saberes relevantes para la vida y el trabajo que la población requería para saber ser, saber convivir, saber conocer y saber emprender.
Esta naciente institución no solo se concentró en la alfabetización, sino que amplió sus horizontes para generar competencias a lo largo de la vida y así garantizar la continuidad educativa de las personas, su acceso al mercado de trabajo y fortalecer su autoestima.
Así se dio un nuevo impulso a la atención de poblaciones indígenas en su lengua materna y en español, a sectores en condiciones de exclusión social, a trabajadores, a campesinos en poblaciones rurales y periurbanas marginadas, y a mexicanos migrantes en Estados Unidos.
Los resultados están a la vista. 35 años después, el analfabetismo en México es hoy de 5 por ciento y solo 6 por ciento de mujeres se encuentra en esa condición. Se alfabetizó a cerca de 13 millones de personas, 5 millones terminaron su primaria y 8.5 millones su secundaria.
Pero toda institución está llamada al cambio si no quiere ser rebasada por la sociedad a la cual sirve, por ello el INEA requiere ponerse a tono con los retos del México del siglo XXI. Hoy, 4.4 millones no saben leer ni escribir, 9.6 millones no han terminado la primaria y 16 millones no han concluido la secundaria.
El reto es mayor si observamos que han cambiado los componentes del rezago educativo, que de tener un perfil de adulto mayor y rural, hoy son sectores de jóvenes entre 15 y 35 años en las principales ciudades del país quienes no cuentan con educación básica.
La región sur-sureste sigue presentando dos dígitos de analfabetismo y municipios como León, Tijuana, Ecatepec, Puebla o la delegación Iztapalapa presentan el mayor porcentaje de población sin educación básica.
A 35 años de su creación, el saldo del INEA es positivo, pero hace falta acelerar el proceso. Por ello, en la administración del presidente Enrique Peña Nieto se ha hecho el mayor esfuerzo para dinamizar su atención, no solo con acompañamiento educativo, sino también con instrumentos de certificación de saberes y competencias adquiridas de manera autodidacta por las personas.
Al considerar la inclusión y la equidad como quinta prioridad de la reforma educativa por el secretario Aurelio Nuño, se articuló una participación más activa de gobernadores, autoridades locales, de los programas de Sedesol, cámaras empresariales y sindicatos para promover la educación de adultos.
Se avanza de manera decidida con los cerca de 10 mil trabajadores del INEA, de 26 institutos estales y seis delegaciones, en 2 mil 500 plazas comunitarias en México y 300 en EU, y más de 18 mil puntos de encuentro donde colaboran cerca de 80 mil asesores voluntarios.
Así, este año será histórico, pues se logrará que más de un millón y medio de personas acrediten su educación básica y más de 250 mil sean alfabetizadas. Estas cifras no son números fríos, son historias personales de superación, tenacidad y perseverancia que dan rostro y calidez al trabajo que realizamos.
A 35 años de su creación los programas del INEA seguirán siendo gratuitos, trabajaremos con un ánimo de transformación con los recursos que la Nación nos otorga, porque con más y mejor educación para jóvenes y adultos México crece y crecemos todos.
*Director general del INEA.
Twitter: @MauricioLopezV