Cultura

Solares, mayor

Ignacio Solares, El juramento, Alfaguara, México, 2019, 89 pp.
Ignacio Solares, 'El juramento', Alfaguara, México, 2019, 89 pp.

En una noveleta —aquella construcción literaria que camina entre el cuento y la novela, poco extendida en su corolario— suelen escarbarse temas no siempre profundos, definitorios. Los lectores nos adentramos en ellas como quien pasa por ahí, manteniendo del lado la imagen del sitio adonde verdaderamente queremos llegar.

Pero resulta también, el canon de la literatura universal lo comprueba, que en algunas ocasiones este tipo de piezas pueden contener las preocupaciones más esenciales al ser humano. Una novela corta —mejor llamarlas así y no con aquel nombre que se escucha desdeñoso— bien puede resumir, resumirse y resumirnos.

Mucho de esto tiene El juramento, el nuevo libro de Ignacio Solares (Chihuahua, 1945), menos de cien páginas donde una trama elemental, el tránsito que irremediablemente a todo hombre le toca entre juventud y vida adulta, revela temas como oscuridad, revelación y religiosidad, propios en una narrativa que viene de tiempo atrás (Serafín, Casas de encantamiento, Anónimo).

Cuídese el lector de la confusión. No es El juramento una novela (corta) donde Solares recrea la historia mexicana, también referente en su obra. (Ahí está, todavía en mesas de novedades, el grueso volumen Novelas históricas del FCE donde se reúnen los siete títulos publicados por el autor y que abarcan temas y personajes que van de Moctezuma y Nezahualpilli a Zapata y Calles, y de la medianía del XIX a un Madero espírita, horizonte literario de obligado cruce).

Es, sí, el desdoblamiento de un personaje ante la disyuntiva vocacional, “¿no dices que te vas a meter al noviciado?”, y sus muchas confusiones alentadas por ciertas lecturas, “todos tocaban el tema religioso y creo que algunos no hacían sino confundirme más”. Un joven que en los ambientes provincianos se enfrenta a las dudas de la cotidianidad, y las interiores.

En vísperas de conocer la obra de Thomas Merton, ya influenciado por Chesterton, Mauriac, Greene y Bernanos, el también narrador de El juramento enfrentará una enfermedad y, tras cinco días en el hospital y en su convalecencia, conocerá a Alma, “un niño de dieciocho años y ella con veinticuatro añotes. Qué abuso, Dios mío”, con quien descubrirá e iniciará la experiencia del amor.

Y a partir de entonces una revelación mayor, “si me buscas es porque ya me habías encontrado…, si buscas a alguien en un determinado lugar es porque supones que ahí puedes encontrarlo”, que el lector hará suya mediante el convencimiento que prodiga las hechuras literarias de Solares.

“…todo es más sencillo de lo que parece, por eso oí la voz como si me la dijera un amigo que me susurrara «haz lo que quieras» y siempre me tendrás de compañero…”.

Qué mejor lectura, corta y mayor, que esta de Ignacio Solares para despedir 2019.

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Mauricio Flores
  • Mauricio Flores
  • [email protected]
  • Periodista, estudió Ciencia Política y Administración Pública en la UNAM
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