Octubre es el mes de Hambre Cero, una iniciativa ciudadana creada para llevar a Nuevo León a la meta de erradicar el hambre en el estado, una responsabilidad social y un deber ético sobre el cual invito a reflexionar en el marco del Día Mundial de la Alimentación.
Después del aire y el agua, el alimento es un requisito indispensable para la vida. Sin embargo, el hambre es un problema grave que afecta a 733 millones de personas al día en el mundo (FAO, 2024), volviendo la alimentación nutritiva y de calidad un privilegio de algunos, en vez de un derecho de todas las personas como reconoce la Declaración Universal de Derechos Humanos.
La causa raíz del hambre no es la falta de alimentos, es el desperdicio de los recursos producidos. Alrededor de 40% de los alimentos en el mundo nunca llega a los platos y termina en rellenos sanitarios o vertederos, esto equivale a tirar cada minuto dos tráileres llenos de alimentos aptos para consumo humano; una pérdida económica equivalente a US $940 mil millones (WHO, 2024).
El costo ambiental es alto, el desperdicio genera entre el ocho y el 10% de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global y 20% de las emisiones de metano (UNEP, 2021). Si fuera un país, sería el tercer mayor emisor de gases, solo después de China y Estados Unidos.
En México se desperdician 20.4 millones de toneladas de alimento (BM, 2017), una problemática estructural presente en toda la cadena alimentaria: cosecha, transporte, almacenamiento, procesamiento, distribución, venta al consumidor y en los hogares, donde se desperdicia el 20% de lo que se compra.
La Estrategia Hambre Cero, adoptada como parte de la política social de Nuevo León, cuenta entre sus pilares la reducción del desperdicio de alimentos; frutas, verduras y abarrotes donados por supermercados, centrales de abasto y campos agrícolas. El resultado de esta colaboración multisectorial emprendida entre el Gobierno, la iniciativa privada, el Banco de Alimentos Cáritas de Monterrey, organizaciones civiles y organismos interaccionales como la FAO y el BID es que, tan solo durante estos primeros tres años de implementación, evitamos que 12 mil 803 toneladas de alimento terminaran en basureros al convertirlas en 352 mil piezas para consumo y con Hambre Cero, 337 mil personas que antes tenían inseguridad alimentaria reciben acompañamiento y alimento. Esto se traduce también en la reducción de 11 mil 133 toneladas de gases de efecto invernadero.
Hoy recuperamos menos del 3% de los alimentos. Si en Nuevo León logramos recuperar tan solo el 7% del alimento disponible, atenderemos al 100% de los nuevoleoneses que viven con carencia alimentaria.
Nuestros siguientes pasos son claros, aumentaremos tres veces la capacidad instalada del Banco de Alimentos con una inversión histórica de 120 millones de pesos, que nos acerca a la meta de erradicar el hambre recuperando más de 17 mil toneladas de alimento al año, con el beneficio agregado de reducir 24 mil toneladas de emisiones de CO2.
Erradicar el hambre es un tema de justicia, dignidad y derechos. La pregunta no es por qué necesitamos estrategias como Hambre Cero, la pregunta es: ¿Por qué no es algo que ya hagamos todas las personas y en todas partes? Les invito a sumarse a esta causa y a disminuir el desperdicio para llevar alimentos a todos los platos. Si una sola persona padece hambre, nuestra lucha no ha terminado, no solo alimentamos cuerpos, esta causa alimenta almas. Solo así haremos de Nuevo León el mejor lugar para nacer, crecer, educarse y vivir.