Empieza junio y las calles se llenan de banderas de colores, las redes sociales se pintan de arcoíris y las empresas lanzan campañas que hablan de igualdad, amor y orgullo. Escuchamos la palabra “inclusión” más que nunca. Pero vale la pena detenernos un momento y preguntarnos: ¿Realmente comprendemos el significado profundo de la inclusión?
A menudo pensamos que basta con utilizar un lenguaje neutral, compartir una publicación conmemorativa o afirmar que “respetamos a todas las personas”. Sin embargo, la inclusión va mucho más allá de la comodidad ante la diversidad: implica garantizar que todas las personas, sin importar su orientación sexual, identidad o expresión de género, tengan acceso pleno a sus derechos, vivan libres de miedo y participen activamente en la vida social, económica y cultural.
No se trata solo de visibilidad. La verdadera inclusión requiere que esa visibilidad se traduzca en políticas públicas, presupuestos, servicios y marcos legales que transformen vidas. Celebrar la diversidad carece de sentido si al final del día, las personas LGBTIQ+ siguen enfrentando discriminación al acceder a servicios de salud, buscar empleo o transitar por el espacio público.
Cada 28 de junio se conmemora el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+. Esta fecha surge de la resistencia y la exigencia de derechos; es un espacio para visibilizar las historias de exclusión y para afirmar que la diversidad sexual y de género es parte esencial de la humanidad, merecedora de reconocimiento, protección y dignidad.
A pesar de los avances, miles de personas siguen enfrentando obstáculos para ejercer sus derechos, expresar su identidad o sentirse seguras en los espacios públicos y privados. En México aún estamos lejos de garantizar plenamente dichos derechos. Según la Endiseg 2021 del Inegi, una de cada cinco personas de la diversidad sexual ha experimentado discriminación en los últimos 12 meses. Muchas enfrentan barreras para acceder a servicios de salud, educación y vivienda. Más del 34 por ciento de quienes se identifican como personas trans reportan haber sido víctimas de violencia en ámbitos escolares o laborales, y el 28 por ciento de las personas LGBTIQ+ han sufrido tratos desiguales, burlas y ofensas en su entorno laboral.
Desde el Gobierno de Nuevo León reconocemos que la aceptación de la diversidad debe traducirse en acciones concretas y políticas públicas efectivas. Como Estado, tenemos la responsabilidad indelegable de garantizar los derechos humanos de todas las personas y trabajamos de la mano con la sociedad civil, el sector privado, la academia y la ciudadanía para impulsar la igualdad y la no discriminación. Por ello, cada año también llevamos a la Marcha de la Diversidad servicios gratuitos de orientación jurídica, vinculación laboral, educativa y trámites ante el Registro Civil.
Además, hemos destinado recursos para la atención integral en salud de las personas trans, quienes aún enfrentan barreras por la falta de reconocimiento de su identidad, un derecho fundamental que abre la puerta a otros derechos como la salud, la educación y el trabajo digno.
Garantizar derechos no es un favor, es justicia social. Y este es solo el inicio. Sabemos que el camino hacia una igualdad sustantiva es largo, pero es posible si avanzamos con decisión, responsabilidad y un compromiso colectivo. Porque la construcción de un Estado incluyente requiere la participación activa de todas las personas: Gobierno, sector privado, organizaciones sociales y ciudadanía.
Reflexionemos… ¿Estamos haciendo lo suficiente para asegurar que nadie se quede atrás? ¿Estamos dispuestas y dispuestos a transformar nuestras palabras en acciones y nuestras promesas en resultados tangibles?
El mes del orgullo no es solo una celebración: es un llamado a repensarnos como sociedad y a construir, entre todas las personas, un país donde la dignidad, los derechos y la libertad sean una realidad que no deje a nadie afuera ni atrás. Porque solo cuando la igualdad es para todas las personas, podemos hablar de un verdadero Estado incluyente, libre de discriminación, donde cada quien, con derechos y obligaciones, pueda ser libre, feliz y vivir una vida con bienestar.