Los tiempos políticos siguen corriendo y México Republicano se ha propuesto apostarlo todo para lograr no solo conformarse como partido político, sino presentarse durante las próximas elecciones intermedias como la única oposición confiable.
El primer paso son las 25 asambleas estatales que se realizarán para documentar que se cumplen con los requisitos que exige el Instituto Nacional Electoral para constituirse como partido político. ¿Cómo logrará convencer a los ciudadanos necesarios? La clave está en la narrativa. Y es que hasta ahora, la vida pública se explica e implica desde las ruedas de prensa matutinas de Palacio Nacional, confeccionadas con preguntas a modo y en ocasiones largos soliloquios de los que suelen acreditarse ahí como comunicadores sociales.
Por eso la nueva organización de derecha va por la clase media, principal damnificada de la cuarta transformación, y a la que el morenismo no puede comprar con dádivas disfrazadas de supuestos programas sociales electoreros.
Además, aceptará sin escatimar su vena conservadora en temas como la defensa de la vida y la familia, el respeto a la propiedad privada, y un modelo de bienestar basado en la existencia de una clase media productiva. Para ello se propone otorgar al menos 200 patentes regionales para un sistema de banca privada, cuyos créditos apuntalen el emprendedurismo a tasas no superiores al 1 por ciento mensual.
La meta es lograr en la próxima legislatura al menos 50 diputaciones, lo que significa una de cada 10 curules, y promover desde ahí una verdadera agenda opositora que represente un dique a la actual aplanadora legislativa del Movimiento de Regeneración Nacional, sus partidos satélite aliados electorales y uno que otro político de PAN, PRI o PRD, colaboracionistas de ocasión.
