Una manera de representar el carácter internacional de ciertos eventos con banderas de los países participantes.
Camino y camino y no termino de recorrer la Expo Agroalimentaria de Irapuato, de manera tal que, tras algún tiempo de andar entre viveros, invernaderos, patios con la más variada maquinaria agrícola, y varios centenares de stands, me detengo unos momentos a la sombra en la magna explanada del Rancho la Florida, justo debajo de las decenas de astas, desde donde ondean orgullosos los estandartes representativos de una veintena de países.
Quizá más que los salones de conferencias, con expositores de talla mundial, con servicios de traducción simultánea, el lugar más propicio para la confluencia de culturas sea el área de comida. Y esta tarde me toca compartir mesa con un expositor extranjero. Por su aspecto y fisonomía supuse que sería italiano, poco después me daría cuenta que no era europeo, sino sudamericano. Una vez intercambiadas las formas de cortesía, y aprovechando que se expresa en un perfecto español sin acento, Roberto y yo conversamos sobre el clima, nuestras expectativas sobre el evento, la economía de nuestros países, la inseguridad, el mal de la corrupción que es un cáncer para las naciones latinoamericanas, la inseguridad y la importancia de una sólida cultura política. A Roberto le ha impresionado el paisaje que encontró del aeropuerto a la sede de la Expo. Y para ser precisos, mucho antes. Me dice que, desde el cielo, por la ventanilla del avión, pudo ver numerosos parques industriales de gran tamaño y grandes extensiones de terreno de un verdor que no deja duda que se trata de sembradíos alimentados por riego tecnificado.
Y las carreteras. Amplias, transitables y transitadas. Le explico que, de los 12 corredores carreteros troncales del país, cuatro atraviesan por Guanajuato dada su estratégica ubicación en el centro el país.
Que por estas arterias de asfalto transitan mercancías producidas a lo largo y ancho del país, y que los convoyes de tráileres de largo itinerario tienen como destino los Estados Unidos, el principal socio comercial de México.
Y que no crea que así son todas las carreteras de México, sino que, por el contrario, las más son antiguas, estrechas, e inseguras. Y que, en el caso de Guanajuato, nuestro izquierdista presidente López Obrador ha frenado la construcción de nueva infraestructura para reorientar el gasto hacia las regiones más apartadas y rezagadas.
Roberto no da crédito a lo que acaba de escuchar. “¡No se puede frenar el desarrollo de esa manera! Si esto que ustedes tienen, deja de funcionar, las empresas no harán negocios aquí, y los negociantes fracasarán y no habrá manera de llevar bienestar para todos!”, razona.
Le explico que eso es ‘pecata minuta’, si se compara con la orden presidencial para la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y su alto costo financiero de recomprar acciones, y pagar indemnizaciones.
¿Y la gente qué dice? ¿Está de acuerdo con su presidente? Inquiere con curiosidad.
Ellos lo aclaman. Mediciones de popularidad arrojan que apenas ha perdido seguidores, le respondo.
“Eso es lo que no me gusta de la política, cuando pierdes de vista que se trata del futuro de millones de habitantes y de las próximas generaciones. En mi país se han tomado las cosas de manera partidaria, como quien apoya a su club de futbol. Y la política es mucho más que futbol”.
Lo escucho y pienso: ¡Y que lo diga un brasileño!
No tengo más que agregar.
Periodista de investigación. Ex servidor público de carrera [email protected]