Entre las afectaciones que trajo el covid- 19 está el deterioro en la calidad de vida de la juventud.
Se estima que a causa de la crisis económica provocada por la pandemia, cuatro millones de jóvenes no tendrán oportunidad de seguir estudiando, ni de trabajar.
Escucho a Tere Lanzagorta Bonilla directora de YouthBuild Internacional en México, y no puedo evitar alarmarme.
Y es que antes de que el coronavirus irrumpiera en escena, ya eran 15 millones de jóvenes sin oportunidades. En unos cuantos meses serán poco más de 19 millones.
Un país con grandes rezagos y carencias como México no puede darse el lujo de desperdiciar de tal forma el bono demográfico. Y sin embargo, lo hace.
Sumarán 19 millones de historias, todas ellas con nombre y apellido y un rostro definido.
Lanzagorta explica que el efecto de carecer de oportunidades de empleo en ese sector de la población no se refiere solo al inmediato: no tener un ingreso para poder solventar sus necesidades.
El impacto negativo puede medirse incluso décadas después: “las familias de jóvenes sin oportunidades tienen una reducción de 15% de sus ingresos presentes y 10% menor ingreso anual en los próximos 20 años de su vida, respecto a jóvenes que sí obtienen un trabajo”, resaltó la luchadora social.
Dicho de otra forma: no tener trabajo en tu juventud no solo se trata de que no contarás con solvencia en ese momento: te mermará tu capacidad de generar ingresos durante la mayor parte de tu vida productiva.
Y otro dato demoledor: por cada punto porcentual de jóvenes sin oportunidades de estudio ni trabajo, la tasa de criminalidad nacional aumenta 1.6%.
Más allá de las 60 mil muertes por el covid-19 que se alcanzarán esta semana, debido a la falta de oportunidades para los jóvenes, se puede producir un incremento de 17% en la tasa actual de criminalidad de México. No es un dato menor.
Periodista de investigación. Ex servidor público de ca rrera
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