Se llegó el día de iniciar las campañas electorales. Los partidos político con registro nacional o local presentaron ante el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) las solicitudes de registro de sus candidaturas, unos al principio del plazo estipulado, alguno de ellos al filo del límite. El organismo público local electoral hizo lo conducente: revisar que la documentación entregada evidenciara que las personas postuladas cumplen con los requisitos legales para ser votadas, y que las candidaturas de cada partido político, en su conjunto, armonizaran con las exigencias previstas en la ley para garantizar paridad de género y en su caso, representación de las minorías donde hay población indígena. En términos generales, los expedientes que se rechazaron lo fue por tecnicismos como faltas de constancia de inscripción al padrón electoral, actas de nacimiento sin elementos para verificar su autenticidad, incorrectas constancias de residencia, dilación en la sustitución de personas inelegibles o planillas a las que le faltaba la integración del alguna persona.
Ayer formalmente terminó la etapa de registro de candidaturas. Cabe esperar un plazo prudente para que el Tribunal Electoral resuelva las posibles impugnaciones cuyos fallos pueden resultar favorables o adversos.
La labor del IEEG, en apego al principio de certeza y legalidad, consistirá en atender las resoluciones en el sentido en que les sea notificado por la autoridad jurisdiccional.
Así es como está estructurado el sistema electoral mexicano y ha funcionado con relativa normalidad, con sus excepciones, sí. Pero en estos casos, parece no ser tan importante lo que es, sino lo que parece. Me explico: algunos alegan inequidad en la contienda electoral pero no es correcto dejar caer la sombra de la sospecha sobre el IEEG... porque el hecho de que se hayan puesto en riesgo las candidaturas por expedientes incompletos, o la consecuencia circunstancial de perder algunos días -valiosos o no- para realizar la campaña, muy en el fondo -y lo que pocos podrán sensatamente admitir -es que en realidad lo que faltó es previsión.
Todo por esa perniciosa costumbre de dejarlo todo al último momento.
Mario A. Arteaga
* Periodista de investigación