Las alertas se encendieron hace casi tres semanas en Jalisco, cuando un grupo de especialistas de la Asociación Mexicana de Hidráulica expresaron sus preocupaciones ante el secretario de Gestión del Agua de Jalisco por las posibles afectaciones al lago de Chapala, embalse que abastece más de la mitad del agua que se consume en el área metropolitana de Guadalajara, con la construcción del Acueducto Solís-León cuyo arranque había anunciado formalmente la gobernadora de Guanajuato Libia García.
A la siguiente semana, el asunto escaló de nivel. Ex presidentes municipales de Chapala, grupos de la sociedad civil organizada, más especialistas en temas hídricos fueron haciendo eco del tema, hasta que el propio gobernador de Jalisco, ante autoridades de la Conagua habló de respetar los acuerdos existentes en la materia, pero impregnó su discurso de un cariz político al aclarar que aunque no está en contra del proyecto del Acueducto Solís-León, debería garantizarse que no se afectarán los niveles del lago de Chapala, ni los derechos históricos de Jalisco sobre los recursos hídricos.
Reconoció que en el último par de décadas “Chapala ha sufrido descensos críticos y no podemos permitir que eso vuelva a ocurrir por decisiones unilaterales”.
Desde Palacio Nacional se registró el acuse de recibo a las declaraciones del gobernador Pablo Lemus quien arengó que: “ni una gota de agua se sacará a Chapala”. La propia presidenta Claudia Sheinbaum afirmó: “¿Cómo creen que se le va quitar agua a un estado para dárselo a otro? ¡Es como ridículo!”
Y es precisamente ese ridículo el que hicieron esta semana los alcaldes de la ribera de Chapala, quienes pasan por alto que las aguas nacionales son eso: propiedad de la Nación.
Por otra parte, se equivocan al ver al Acueducto Solís-León como una amenaza para la recarga del lago de Chapala. No es esta obra la que podría causar una crisis, de cara al creciente estrés hídrico por el que atraviesa el país.
El acueducto que sí que mermaría a Chapala es el Tercer Acueducto, que el gobernador pablo Lemus pretende construir, y ese sí, no tiene —ni tendrá— autorización de la Conagua en lo inmediato.