En el Yoga contemporáneo, aunque el propósito de lograr ser uno con la conciencia del Universo es el mismo, el acercamiento a la práctica tiene muchas vertientes. Desde la más dinámica y demandante del Vinyasa hasta la más estática de escuelas como la de Yin Yoga, establecida en 1970 en los Estados Unidos.
El Yin Yoga es un método derivado del Hatha, en donde las asanas se sostienen de forma relajada entre dos y cinco minutos. El hecho de mantener ese tiempo, permite profundizar en cada postura, ayudando a que la mente se calme en tanto que se estimula el prana o energía vital. El objetivo es lograr un nivel profundo de relajación, un estado que prepara al cuerpo y la mente para llegar a la meditación.
En este estilo de yoga, no se activan los músculos, en realidad de lo que se trata es de estirar, estimular y rejuvenecer los tejidos más profundos; los tejidos conectivos como fascias, ligamentos, tendones, articulaciones y el líquido sinovial; así como los canales de energía o meridianos que los recorren.
Tal es el caso de Utthan Pristhasa, la postura del Lagarto, de la Lagartija o del Dragón como se le conoce en Yin Yoga, cuyas raíces en sánscrito significan estirar la parte posterior del cuerpo; una asana de apertura de cadera profunda que fortalece los muslos y los isquiotibiales, además de abrir el pecho y los hombros. Este intenso estiramiento de apertura también deshace tensión en la zona lumbar y flexibiliza caderas e ingles.
Pero más allá de estos beneficios, Utthan Pristhasa estira el Psoas, un músculo “grande, fundamental y potente” que interviene en funciones móviles de pelvis, caderas y espalda, el único músculo que conecta el tronco con las piernas. El Psoas comienza en la columna donde está insertado a la altura del diafragma, bajo las costillas, sigue bajando y pasa por delante de la pelvis hasta llegar al fémur.
Lo interesante en tiempos de coronavirus, como explica el portal yoga-ashram.es, es que al estar conectado con el diafragma, el principal músculo de la respiración, “si detecta nerviosismo, se acorta, por si fuera necesario salir corriendo ante un peligro y doblar el cuerpo en postura de recogimiento para protegerse. Esto pone en alerta y desgasta las defensas de nuestro cuerpo”. Así que estirarlo disminuye la secreción de adrenalina y hace que desaparezca la sensación interna de ansiedad y miedo, fortaleciendo el sistema inmune.
Marién Estrada
@marien_caminoa7