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Natarajasana: la unión entre lo masculino y lo femenino


El de la Madre es sin duda el arquetipo más venerado del principio femenino, principio que vive en las mujeres, desde luego, pero también en los hombres. La madre ha representado el amor incondicional, la abnegación, el sacrificio, pero tal parece que las nuevas generaciones de mujeres están por cambiar ese paradigma.

Para la tradición yóguica, los dos principios, el de lo femenino y el de lo masculino, son las semillas primordiales a partir de lo cual surge y participa todo lo creado. El universo proviene de la unión entre dos fuerzas opuestas, pero complementarias: Shiva, el principio masculino, y Shakti, el principio femenino, una sin la otra son fuerzas estériles. Shiva simboliza la conciencia pura inmanifiesta, se asocia con la iluminación y es representado como un ser sereno en meditación. Shiva también es la representación del cambio y la destrucción, que viene acompañado del principio de creación, Brahma, y del principio de preservación, Vishnu. Shiva es la energía destructora porque para revelar la conciencia es necesario disolver la forma.

Lo cierto es que Shiva no es solo el dios de la quietud mística, la muerte y la destrucción, sino que también es el señor de la danza y eso resulta de la interacción justamente con la energía femenina, con la Shakti que pone en movimiento la creación, y que se representa en Natarajasana, el mitológico “Bailarín Real”, que aparece en la iconografía hindú como una graciosa figura con una pierna levantada en pose de baile, rodeado por un círculo de llamas.

Esta postura simboliza “La Danza de Shiva”, la Ananda Tandava o Danza de la Dicha, que representa las 5 actividades o poderes del Dios: Creación, mantenimiento, disolución, ocultación y revelación, cuando en gozo experimentamos toda la grandeza expansiva del propio Universo.

Natarajasana, entonces, simboliza la unión de los principios masculino y femenino que no solo en el cosmos, sino en la conciencia individual de las nuevas generaciones de mujeres y madres —y ojalá de hombres y padres también—, están empezándolos a integrar, equilibrando lo racional y lo emocional, el pragmatismo y la intuición, el impulso guerrero de ir por lo que se quiere y sostenerse en sus propias piernas, y la contención amorosa, empática, compasiva y creativa del principio femenino.


Marién Estrada

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@marien_caminoa7

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Marién Estrada
  • Marién Estrada
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  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Notivox Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
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