
Continuando con el tema de la semana pasada alrededor de los Cinco Ritos Tibetanos que prolongan la juventud de cuerpo y mente, y fortalecen el sistema inmunológico, hoy te explicamos cómo hacerlos paso a paso.
Para practicarlos hay dos principios que tienen que acatarse. El primero es realizar las posturas seguidas, respetando su orden para asegurar su efecto cíclico y regenerativo a nivel respiratorio, emocional e interno. El segundo es practicar diariamente, lo ideal para empezar es realizar cada ejercicio de dos a siete veces por lo menos durante 21 días.
Es importante recordar que la respiración es fundamental en estos ejercicios y debe ser profunda, porque es de ahí de donde principalmente obtenemos el prana o energía vital.
Empecemos con el Derviche, el primer rito tibetano, pensado para mejorar el equilibrio y activar nuestro campo energético. Inicia de pie con los brazos extendidos hacia los lados a manera de “T” y empieza a girar sobre ti mismo en el sentido de las agujas del reloj.
Si te mareas, detente y arráigate a la tierra visualizando tu campo energético encendido hasta que pase.
El objetivo del Levantamiento de piernas, el segundo rito tibetano, es estimular el centro energético del plexo solar, fortaleciendo los abdominales y el cuello, y estimulando la tiroides y el páncreas.
Para realizarlo, acuéstate boca arriba con los brazos estirados a los lados del cuerpo. Inhala y levanta la cabeza y las piernas estiradas; después, exhala y bájalas juntas a su posición original.
El objetivo del Arco, el tercero, es llevar la energía del plexo solar al corazón y estirar las caderas y los abdominales. Inicia de rodillas y mantén las palmas de las manos en la parte posterior de las piernas. Inclina la cabeza hacia atrás mientras inhalas, arqueando la espalda lo más atrás que puedas. Vuelve a la posición inicial exhalando, mientras encorvas la espalda y diriges la barbilla hacia el pecho.
El Puente, el cuarto, tiene un objetivo puramente muscular, dirigido a fortalecer los hombros, la espalda y los glúteos. Consiste en ponerse en “cuatro patas” pero con el cuerpo mirando hacia arriba, iniciando acostado boca arriba.
Finalmente con el quinto y último, relájate y libera tu mente al extender todo el cuerpo, la parte posterior de los muslos y fortalecer la espalda. Haz la transición fluyendo desde Perro mirando abajo hacia Perro mirando arriba.
Marién Estrada@marien_caminoa7