Para el sabio Patanjali, autor para algunos y compilador para otros de los Yoga Sutras —los antiguos textos fundacionales del yoga—, “la postura sentada (ideal para meditar) debe ser estable y cómoda”. En el capítulo II, verso 46, se lee este aforismo en sánscrito: Sthira sukham asanam, donde sthira siginifica estable; sukha, gozoso y asana, postura.
Esta recomendación puede sonar simple, lo cierto es que a muchos les resulta doloroso y complicado sentarse en meditación. Los primeros textos de yoga no brindan consejos sobre cómo evitar los dolores y molestias que atormentan a los practicantes modernos. Lo más probable “es que la gente no tuviera problemas para sentarse con las piernas cruzadas hace dos mil años, ya que, después de todo, sentarse en una silla aún no había debilitado sus espaldas ni les había tensado los isquiotibiales y las ingles”.
Patañjali dedica en total tres aforismos a la “asana”, agregando en el II,47 que una postura cómoda y estable se alcanza “mediante la relajación del esfuerzo y la concentración en lo infinito”.
Es decir que para que realmente se produzca lo que podría llamarse el llamado estado de asana, como explica la maestra Leda Pilello, el practicante debe permanecer firme, cómodo y relajado, pero sobre todo debe lograr que su mente no se disperse, que esté alejada incluso de la postura misma, en un estado de concentración.
Muchos años antes, en el Bhagavad Gita ya había aparecido la misma idea:
“Una vez preparado el asiento, en total reposo ha de practicar el yoga, para la purificación de su alma, uniendo su mente con la fuerza vital que habita en su cuerpo hasta poner su mente en paz. En este silencio el alma se encuentra en presencia del Uno”.
Son tres las posiciones sentadas que se recomiendan para este propósito siendo Sukhasana, conocida como la Postura Fácil, la más accesible de realizar. El Hatha Yoga Pradipika invita a ejecutarla cuando las otras posturas de meditación no son posibles.
De acuerdo con la instructora Míriam Rodríguez, adquirir una posición sentada con las piernas cruzadas y manteniendo contacto con el suelo, beneficia, sobre todo, a las piernas y la columna. Que las rodillas se encuentren a la altura de las caderas evita la aparición de varices y mejora la circulación. Llevar la columna recta resulta más sencillo y eficaz, permitiendo que su correcta verticalidad cree espacio en el organismo, influyendo positivamente en una mejor respiración y digestión, además de una mayor concentración, claridad y memoria.
A nivel energético, la forma triangular que proporciona el estar sentados con las piernas cruzadas permite que el flujo de energía no se vea obstaculizado por ningún bloqueo, además, el contacto con la tierra favorece una renovación energética mucho más eficaz. Esta forma triangular, ayuda a crear un circuito de energía que conecta con el cielo, asentando la base en la tierra.
(Con información de yogajournal.com, laisladelyoga.com y transoxiana.org)
@marien_caminoa7