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El yoga en tiempos de Instagram

Vivimos tiempos auspiciosos pero también llenos de confusión y superficialidad. Hoy más que nunca es posible acceder a las enseñanzas más altas de las diversas tradiciones espirituales en el planeta, pero esta facilidad trae consigo también peligros.

Baste observar como ejemplo a la red social Instagram, la gran plataforma del “fake life”, donde la etiqueta yoga aparece en más de 41 millones 116 mil 399 posts. La revista The New Yorker hacía mofa hace unas semanas, de la obsesión de los practicantes de yoga por capturar en fotos las posturas más avanzadas, con el outfit más in, la alineación más perfecta, la cara más zen, el escenario más imponente y, desde luego, el ángulo más favorecedor. Todo esto acompañado con algún mantra en sánscrito para apuntalar el statement de “soy muy espiritual”; en busca de los codiciados likes y seguidores, pero en franca lejanía de la verdadera disciplina yóguica. Si donde está la atención está la energía, el marcador favorece por mucho al show off del Ego.

Por siglos, muchas prácticas y enseñanzas se mantuvieron celosamente resguardadas por grandes maestros que solo las transmitían a discípulos con un cierto nivel de entendimiento. ¿La razón? La tergiversación y mal uso que se puede hacer de ellas, como justificación de lo que sea.

Como explica el libro El legado de la India de Fernando Díez, hay dos maneras de acercarse al conocimiento de acuerdo al pensamiento védico y una de ellas en la Vía del Yoga que no es otra cosa que el rechazo del mundo con voluntad extrema, vivir el presente que es lo único que existe.

Díez indica que “si mediante el adiestramiento mental conseguimos vivir en un continuo presente y de una manera exclusiva, concentrados sobre aquello que tenemos entre manos, el mundo, con todos sus problemas, desaparece (…)”.

Evitar el momento presente es una enfermedad de nuestros tiempos en tanto que la atención siempre está saltando a otra cosa diferente a la que se está viviendo, por lo que es imposible profundizar ni lograr una experiencia plena de nada. Y más hablando de una práctica como la del Yoga, donde la presencia consciente es lo que brinda el verdadero avance al poder darnos cuenta de lo que nos atora y detiene pero también de lo que nos ayuda a ir más allá de nuestras limitaciones.

Las profundas enseñanzas del Yoga para erradicar los apegos y el egoísmo y entender que somos Uno con todo y con todos, nada tienen que ver con repetir máximas “espirituales” sin ningún entendimiento de por medio o el ego de lograr y por supuesto, mostrar una postura complicada, si salimos a la calle igualmente presas de nuestros condicionamientos inconscientes y de nuestras neurosis perpetuadas en el peor de los venenos: La ignorancia. Como sostenía Pattabhi Jois, creador de la escuela Ashtanga Vinyasa: “El Yoga es una práctica interna, el resto es solo un circo”.

(Con información de blogsostenible.wordpress.com e insayoga.com)

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@marien_caminoa7

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Marién Estrada
  • Marién Estrada
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  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Notivox Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
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