
Con más de 50 años en el mundo de la enseñanza y estudio del Yoga, Ramiro Calle es —aunque no le gusta ser considerado como tal—, uno de los maestros más importantes a nivel mundial de esta disciplina ancestral y actualmente está presentando su más reciente libro El milagro del Yoga, que se suma a sus más de 200 obras publicadas.
“Es un milagro que hace cinco mil años aquellos primeros yoguis no se resignaran a las limitaciones de su mente ni de su esclavizante condición humana y se convirtieran en los primeros intrépidos exploradores de la conciencia, a fin de ampliarla y hacerla evolucionar, teniendo para ello que concebir y ensayar métodos que fueran eficaces, parte de los cuales, por fortuna, han llegado hasta nosotros”.
Calle ha sido desde siempre un entusiasta difusor de las enseñanzas profundas de lo que llama una “especialísima gimnasia para el alma”, y en entrevista con MILENIO-La Afición no duda en señalar al Ego como la mayor trampa que el mundo moderno impone al practicante de yoga: “El Ego que da como resultado la soberbia, el egocentrismo, el narcisismo, la vanidad, es el peor de los falsarios y además es como una píldora dulce que dentro lleva un veneno muy corrosivo. Hay siempre que poner bajo sospecha al Ego y mucho más en el mundo espiritual donde también prospera mucho ese fantasma”.
El yogui español reflexiona sobre el yoga que se practica actualmente: “Cuando yo empezaba, el yoga era más purista y más auténtico. Ahora hay todo tipo de seudo yogas, atléticos, gimnásticos, acrobáticos para robustecer no solo el cuerpo, sino también el Ego. En el Hatha yoga, todo se ha reducido obsesivamente al asana, que es solo una parte de ese cuerpo impresionante de conocimiento; pero ¿qué es lo que divierte, lo que permite competir y exhibirse a las actrices? Indudablemente la postura. Resulta que te has muerto, eres el más flexible del cementerio, pero has estado lleno de rencor, de ira, de odio, de petulancia”.
Fundador del Centro de Yoga y Orientalismo “Shadak” en 1971, Calle explica que la verdadera importancia de la práctica de asanas radica en la realización de un trabajo consciente sobre el cuerpo como “una herramienta, una pértiga para ir evolucionando en el cultivo y desarrollo de la conciencia y para ser mejor persona. Es la bondad lo que define a un yogui”.
Marién Estrada
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