Mientras el país se encuentra en remolinos políticos con venganzas del inquilino hacia opositores, sin agua, con apagones frecuentes que provocan que los aparatos eléctricos se descompongan y que las empresas sufran daños.
Las campañas siguen su curso mientras alguien dice “que es sólo un trámite”.
La Marea Rosa está lista para este 19 de mayo y la sociedad civil despertando.
El 10 de mayo, día de las madres se celebra en todas las clases sociales en México.
Siempre hay un abrazo, una flor o pan dulce para la abuelita o mamá, además de los festivales en las escuelas y toda una parafernalia social, los políticos aprovechan para contratar a algún cantante, o grupo musical para un magno concierto.
Los hijos crecen, se van fuera muchos mexicanos a Estados Unidos para buscar nuevos horizontes y mejor vida de la que tienen aquí.
Ellos dejan el sueño de sólo tener “un par de zapatos” y que con sólo “frijoles, tortillas y chile” se pueden alimentar.
Estos hombres y mujeres quieren una mejor vida y son los que envían las remesas para sus familias.
Otros hijos que estudiaron en la universidad, también dejan su terruño por sueldos bajos y por mejores oportunidades.
La paradoja es que en México hay fuga de cerebros y también de mexicanos excepcionales que con su oficio triunfan en el extranjero. Una pena para nuestro país.
Volviendo al 10 de mayo les comparto una crónica, una experiencia personal:
Ese día 10 de mayo lo recuerdo como una ocasión especial, mi mamá Margarita Villarreal de Saldaña con su humor caustico nos decía; “Todos los días del año se deben portar bien, no sólo este día”.
Las comidas las planeábamos y elaborábamos mi hermana Flora y yo, que éramos las que estábamos casadas y sabíamos cocinar.
Los demás hermanos aportaban otras cosas: el postre, el vino, las botanas.
Unos días antes se tenía que comprar los ingredientes, faltando un día para el evento teníamos que empezar a pelar y cortar las verduras, marinar la carne, sacar la vajilla, cubiertos, las charolas, copas , vasos, planchar el mantel y las servilletas para el día siguiente empezar el trabajo. No podía faltar el pan y tenía que ser del día.
Llegaba el famoso 10, ese día especial y corríamos, porque en el colegio había un festival para las mamás.
Los hijos y nietos llegaban y mi mamá, sí, estaba contenta, perooo había en su mirada un dejo de tristeza por el recuerdo de mi padre Ramiro y de sus padres José e Isabel Villarreal Chapa.
Nos decía: “no me regalen nada”, pero siempre había un pequeño obsequio que al final los ponía en el closet. La comida transcurría con todos contentos.
Mi hermano Alfonso diría alguna anécdota familiar o algún chiste y eso alegraba la reunión, también los nietos le ponían sal y pimienta a la reunión.
Hace unos días las hijas de Alfonso y Maribel González Madero vinieron a mi casa.
Las fotografías de la familia las miramos con tanto amor descubriendo personajes de los que algunos no conocíamos y que tendremos que investigar.
Ese será un trabajo que hacer: digitalizar y poner en orden este archivo familiar.
Ahora después de 8 años de su partida la recuerdo con tanto cariño. Y pienso en el día de las madres y en mi mamá Margarita y también en México y el futuro de los jóvenes.