La ciudad de Durango nos recibe con una entrada arbolada y limpia. Llegamos al centro histórico, el corazón de la ciudad, sus edificios y casas lucen restaurados. Esta recuperación del centro empezó cuando en 1959 derribaron un edificio que fue la sede del Banco de Durango de la primera década del siglo XX, ese hecho provocó que la comunidad duranguense se indignara. El arquitecto Luis Rivera Damm fue el primero y la sociedad se organizó para que no volviera a pasar.
Desde ese entonces se comenzó la recuperación del centro con sus magníficos edificios coloniales y algunos del barroco mexicano, los alcaldes de diferentes trienios han continuado la labor.
El historiador Miguel Vallebueno nos dio un recorrido por La Catedral de y su Galería que por cierto tienen piezas extraordinarias; pinturas de muy buena factura, entre ellas una de Miguel Cabrera, destaca el tenebrario (Candelabro triangular de quince velas que se encendía en los oficios de tinieblas de Semana Santa) de estilo mudéjar. La Capilla de Música resguarda 67 libros corales. Las piezas requieren restauración para que luzcan en todo su esplendor.
La gastronomía es otro de los motivos para visitar la tierra de los alacranes. La Fonda de la Tía Chona de Jesús Ibarra García, es excelente. En su cocina usa los productos regionales. Por recomendación de su dueño probamos el famoso caldillo durangueño, las chonitas, las tostadas y el pozole.
Y para dulces los de almendra de la familia Valles Gutiérrez que son una delicia. La historiadora Beatriz Valles miembro de ésta familia me platicó la historia. A su abuela María Gutiérrez de Valles, una amiga alemana de la familia le enseñó a elaborar estas miniaturas de frutas de almendra que son pequeñas obra de arte con un sabor único. La abuela María pasó la receta a las siguientes generaciones que han continuado con la tradición.
Hoy Dulces Beatriz son referente en Durango. Los quesos Wallander también son una tradición en su tienda encuentran todo tipo de quesos, yogurt, cremas, chorizos, mermeladas y chiles en salmuera y no se diga el pan acabadito de hacer. En los mercados se puede conseguir quesos añejos con chile colorado de Tepehuanes y de la sierra del Navar, mezcales con su alacrán adentro, pinoles, conservas de frutas. Los museos son otro atractivo, en fin que es un lugar que vale la pena visitar.