Los pequeños y medianos comercios (tiendas de abarrotes, transportistas, comerciantes, entre otros) enfrentan una situación crítica de seguridad y de rentabilidad, debido a la extorsión y al cobro de piso.
Ya no es solamente la inflación y la falta de ventas, lo que pone en jaque a los comerciantes, pues se estima que, uno de cada dos negocios, viven extorsión y/o cobro de piso, ya sea telefónica o de grupos delictivos.
Este flagelo se encuentra presente en casi todas las actividades comerciales, desde zonas rurales hasta urbanas, es, sin duda, la principal preocupación del sector.
El cobro de piso y la extorsión tienen un impacto económico directo, aumentando sus costos, que al final lo absorben, reduciendo sus márgenes de ganancia o bien trasladan esos costos a sus precios, con el riesgo de perder clientes, es decir se encuentran entre la espada y la pared, en plena desventaja competitiva.
Desgraciadamente, este delito, no lo encontramos en las cifras oficiales y no es visible para las autoridades, pareciera inexistente.
Se estima que la cifra negra en la extorsión alcanza el 99%, según el INEGI, y la causa más frecuente en la mitad de los casos, y por la que no hay denuncia, es por temor a represalias o amenazas por parte del agresor.
Hay sin duda una falla institucional, la desconfianza genera impunidad, y la impunidad, es el incentivo perverso, que le genera dividendos a la delincuencia.
Urgen acciones contundentes y coordinadas, entre gobiernos, empresarios y sociedad civil.
Primero hay que generar confianza en los reportes y denuncias, acercar a las víctimas con las fiscalías, que sea un delito que se persiga de oficio, pues la denuncia es el primer obstáculo.
Más denuncias, no necesariamente son más delitos, es medir y conocer la magnitud del problema.
Conformar redes de apoyo entre comerciantes, compartir alertas en tiempo real, líneas para reportar extorsiones y programas de testigos protegidos.
Finalmente, tenemos que entender, que pagar piso, es financiar al crimen y la impunidad es el oxígeno que lo mantiene vivo.
De no atenderse este problema, seremos testigos de una muerte lenta de la economía local.