“Si estás inseguro del rumbo de una acción, no la emprendas; tus dudas y vacilaciones contagiarán la realización, la timidez es peligrosa, es mejor arremeter con osadía, cualquier error que cometas por audacia es fácil de corregir con más audacia, todos admiran al osado, nadie honra al tímido”.
Siempre he creído en esta ley de Robert Greene y en mis conferencias sobre elecciones y comunicación política suele ser la primera de mis lecciones: las o los candidatos deben estar preparados física, emocional y espiritualmente para asumirse como tales.
Hemos visto y lo he repetido hasta el cansancio casos de aspirantes presidenciales que no muestran haber entrenado ni profundizado, ni reflexionado sobre el proceso al que van a enfrentarse, lo cual el electorado y sus competidores perciben a kilómetros como las bestias huelen el miedo de sus inminentes presas.
Para ser hay que querer, pero no es suficiente, después hay que parecer y, finalmente, proceder y convencer. Pero primero debemos estar convencidos nosotros mismos.
Las últimas dos aspirantes presidenciales panistas nunca lo parecieron y por eso padecieron y perecieron. Jamás demostraron preparación, capacidad ni habilidad a la hora de discursar, argumentar y debatir. Muy lejos están de personalidades como la de Cristina Fernández de Kirchner, cuya oratoria, presencia y discurso atrapan, retienen y emocionan.
Veremos de qué está hecha Claudia Sheinbaum en caso de que le toque ser la abanderada de Morena por la silla mayor.
Marcelo Ebrard, por su parte, no es muy carismático que digamos; su rostro es adusto y no se le recuerda dando grandes discursos, aunque goza de buen prestigio como un aspirante formado y moderado. Ganas tiene y en la pelea se mantiene. La rima es intencional.
Anaya la quiere y está convencido. Muchos dicen que es brillante y bien estructurado. Para mí, siempre ha estado sobrevalorado por sobreactuado.
A Samuel se le calientan las habas, pero podría pasarle lo mismo que a su antecesor: ganarse el desprecio de sus gobernados y la desconfianza de los mexicanos por abandonar su mandato a la mitad.
A Colosio lo mismo pero multiplicado por dos.
Monreal pide a gritos que lo expulsen de Morena para justificar su salida y brincar a Movimiento Ciudadano, en el que estaría capitalizando el avance de ese partido en Jalisco y Nuevo León, donde gobierna y en una quintilla de estados donde ya es segunda o tercera fuerza.
A Alfaro no lo veo en la pelea por su forma de ser tan fea.
El PAN tiene una carta que gobierna en Yucatán. Mauricio Vila se llama, falta ver si se la dan.
El PRI cada vez más Chiquito, está pensando en del Mazo o en su dirigente Alito.
El PRD no trae nada y solo aspira a no quedarse con nada.
En fin, todavía falta para que arranque la contienda cuya prueba de fuego será la elección a gobernador del Estado de México, conocido como el principal laboratorio electoral de este país.
De tarea:
Junto con el año, iniciaron los procesos electorales en Tamaulipas, Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, donde Morena ya echó sus cartas, el PRI no se pone de acuerdo al interior y el PAN aún no decide con quiénes juega, salvo en dos entidades, donde va con dos mujeres, una más competitiva que la otra. Y mucho más preparada.
Marco Sifuentes