“Perro no come perro”, era el dicho al que apelaba la clase política, refiriéndose a no atacarse entre compañeros de un partido o grupo políticos; “a otro perro con ese hueso”, dicen los de Movimiento Ciudadano en Jalisco y se revuelcan en público como perros rabiosos; aunque hay quien sospecha que, como los gatos, cuando parece que pelean, mas bien se están apareando.
Esto respecto a las acusaciones que unos, aludidos de arrastrados, lanzan contra otro, aludido de traidor.
Todo empezó en una arena más grande, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, teniendo en la esquina de los rudos al nunca bien ponderado Enrique “El Gladiador” Alfaro y, en la otra, al culto y refinado líder moral de la UdeG, Raúl, “El Licenciado” Padilla.
El caso es que emulando a su bravucón jefe, el más servil de los debatientes, un tal Clemente, se lanza contra el más desleal de los beneficiarios del alfarismo, un tal Lemus, distinguido también por su pedantería.
Luego viene un tercer y acalorado debate en las redes sociales, que si Lemus se irá a Morena; que si ya rompió con el gobernador; que si se va por la libre; que si será acogido por el PRIAN; que si a una tal María de Jesús la bolsearon…
Como si se tratara de ilustres personajes, indispensables para la maltrecha democracia jalisciense; como si no estuvieran sumergidos en escándalos de corrupción y como si de veras se tratara de alguien brillante y encomiable, de esos a los que la gente común suele llamar “finísimas personas”. Lo cierto es que están lejos de serlo. Su arribo al poder se dio a la sombra del alfarismo, del cual ahora se desmarcan con un dejo de desprecio, apelando a su supuesta superioridad moral y evocando unos principios que no han desplegado en su actuar político y, mucho menos, en el servicio público.
“Perro que ladra no muerde”, dirán sus peludos detractores y todavía compañeros de ubre.
La semana pasada, los unos y los otros, literalmente, vivieron “un día de perros”.
Aunque parece haber “gato encerrado”, pues el líder de la manada, su macho alfa naranja no ha dicho esta boca es mía, limitándose a ver revolcarse a sus traviesos cachorros, deleitándose con sus piruetas e inocentes mordiscos.
Mientras tanto, a la sociedad jalisciense le siguen dando “gato por liebre”, pues la seguridad y el tráfico están “pal’ perro”
Así que no creo que Morena o el PRIAN quieran buscarle “tres pies al gato”, abanderando a alguno de estos como su can… didato.
Veremos en qué para esta perruna historia. Si Lemus deja MC y se va de “pata de perro” en busca de un nuevo partido o si, de plano, se queda como “el perro de las dos tortas”.
A ver si no termina arrepintiéndose y emulando a la dulce Polly: “¡A dónde a dónde, a dónde estará, mi héroe adorado, mi gran Súper Can!”.
No se pierda el próximo capítulo de ¡Amores Perros!
De tarea
En cuanto al PRI y el PAN, son meros espectadores de una batalla a la cual no están ni les interesa ser invitados. Su trabajo consiste en repartirse las morusas que van dejando los regordetes naranjas, mientras que los morenos están que se les cuecen las habas por entrarle a los chingadazos.
Marco Sifuentes