Política

Acciones, no argumentos

  • Lecciones sobre elecciones
  • Acciones, no argumentos
  • Marco Sifuentes

“Gane a través de sus acciones, nunca por medio de argumentos”, nos dice Robert Greene en su novena ley. “No trate de arreglar con palabras lo que con acciones descompuso”, añade el escritor de habla inglesa. Para trasladar esta premisa y encontrarle utilidad en la política mexicana, sobran ejemplos y de los que me ha tocado atestiguar, varios, como el del entonces alcalde de Guadalajara, Fernando Garza, que cuando le preguntaron cuánto ganaba por sus servicios al frente del municipio más importante del país, respondió con una simpleza: “No sé” y cuando le insistieron, se quiso salir por la tangente enunciando una cifra menor a la real. Lo cierto es que cuando un reportero pregunta por algún tema peliagudo no es que no sepa la respuesta sino que quiere saber cuál es la que el político le va a dar.

Al otro día, los encabezados apabullaban a ocho columnas al ingenuo alcalde diciéndole mentiroso.

La historia no para ahí. Los reporteros regresaron en masa con el alcalde ahora para preguntarle por qué había mentido. “Todos mentimos” fue la respuesta y, paradójicamente, esta vez dijo la verdad, una verdad más cínica que honesta. Y este fue el fin de la carrera política de un alcalde que abatió los índices delictivos, que pavimentó todo el municipio de Guadalajara y que la dejó rechinando de limpia; un alcalde que pudo ser Gobernador y que fue derrotado años después, en el proceso interno del PAN, por su sucesor, Emilio González, a quien apoyó en su momento y le heredó la alcaldía tapatía.

Este último fue un alcalde regular, nada sobresaliente, pero con cierto carisma; su único logro reconocido fue la implementación de “La Vía Recreactiva”, copiada de Bogotá, lo que le permitió ganar primero la postulación de su partido y después la gubernatura, donde tampoco fue muy destacado pero construyó un puente espectacular que le cambió el rostro a la ciudad y la hace ver más moderna.

Pero la ley de Greene se hizo presente aquel día que envalentonado por los humos del alcohol, le dio un cheque al Cardenal de su pueblo, cubierto con los impuestos también del mismo pueblo, a la voz de “¡Y que chinguen a su madre, Señor Cardenal!”. Paradójicamente el que corrió esa suerte fue él y su partido.

Hoy, anda por ahí, disfrutando su buena fortuna y tratando de olvidar su mala reputación, queriendo impulsar candidatos menos presentables que él y con peores resultados y popularidad.

En fin, estos son solo dos casos de políticos que se ahorcaron con su propia lengua, más allá de sus acciones.

A nivel nacional sobran también los lenguaraces y los “lapsus pendexus” que han hecho caer en desgracia a más de algún aspirante o “aspiranta” a la presidencia, Josefina y su “cuchi cuchi”, es de lo más memorable por bizarro; Anaya y todas sus payasadas, haciéndola de boxeador, charro, rockero y “ukulelero” y cómo olvidar a Ya Sabes Quién, cuyas palabras solían ser las balas que lo derribaron en dos ocasiones; no así en la tercera y última donde aprendió a utilizarlas mejor y guardarlas para cuando llegara a donde ahora está y espetarlas sin rubor como cada día en su mañanera, para deleite de sus fans y desgracia de sus opositores.


Marco Sifuentes


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.