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Acatic

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  • Marco Sifuentes

Aunque mucho me importa, poco me ocupo de la política doméstica en Jalisco. Aquí vivo o duermo de vez en cuando; aquí elegí que nacieran mis hijos; mi abuela materna era de Cuquío y mi madre es de Acatic, de los Altos de Jalisco, al cual le escribió estas líneas hace un par de años, cuando cumplió 87: “Acatic, Acatic, Acatic. Acatic de mis amores, adoro tus contornos campiranos que tímidos se pierden en la nada. Kikirikí los gallos te cantan así, en su cantar te perfilas, Acatic. Hoy siento la nostalgia de estar lejos de ti. Te conocí pequeñita como también yo lo fui. A través de la nostalgia siempre te recuerdo a ti y así como los gallos te cantan kí ki ri kí, al unísono las campanas tañen glorificándote a ti y desde lejos te sueño, siempre estoy pensando en ti. Ancestral españolita, enamorada estoy de ti, para mí tú eres eterna. Conocí a Abrahán González, él entreveró sus sueños enamorado de ti. Se acerca la madrugada, los gallos están cantando y de sus piquitos dorados escúchalos, Acatic. He viajado, soy longeva, he forjado una familia y conozco hasta Brasil. Conozco muchos lugares y siempre estoy pensando en ti. Te define un término náhuatl, eres grandiosa Acatic, con más 21 mil habitantes que charlan en español y no más en náhuatl. ¡Eres grandiosa Acatic!”

Pues eso escribió sobre su tierra mi madre, la profesora de primaria retirada, María de la Luz Martínez Salcedo.

Coincidentemente, hoy fui en familia a la Cineteca de la Universidad de Guadalajara a ver una función dentro del Festival Internacional de Cine. Se trata del documental “Para su tranquilidad, haga su propio museo”, que cuenta la historia de una anciana panameña que decidió crear su propio museo en una apartada comunidad de su país, donde además de coleccionar y heredarnos las cosas comunes que han ido registrando el paso de los años, nos brinda grandes lecciones de vida en voz de otras mujeres que la conocieron. Y acompañaron antes de su muerte.

La historia producida y dirigida por las españolas Ana Endara y Pilar Moreno pone el dedo en la llaga sobre cómo nuestra sociedad olvida y desprecia a sus adultos mayores y más aún si son mujeres, a las que sus hijos varones terminan mandando a un asilo, porque según la propia trama, las que tienen hijas que se queden con ellas suelen correr con mejor suerte al tener quien las cuide y vele por su bienestar.

Marco Sifuentes


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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