Y Emilio Lozoya se quedó sin el manto protector de la justicia federal, al ser detenido tras la audiencia pública del miércoles pasado en el Reclusorio Norte, porque el juez de la causa penal, José Artemio Zúñiga, decidió modificarle la medida cautelar que le había impuesto por la de prisión preventiva justificada.
Contra todos los pronósticos del propio otrora director de Pemex, de su numeroso y costoso bufete de abogados, fue consignado a ese centro penitenciario, -ubicado en el nororiente de la capital del país- porque el impartidor de justicia consideró que la red familiar del confeso, los recursos económicos con los que cuenta para darse a la fuga y mantenerse oculto, eran motivo para ingresarlo al reclusorio.
Asimismo, tras conocerse la sentencia que se le impondría al acusado, que alcanzaría 35 años de prisión por los delitos que le imputa el gobierno mexicano, sus abogados decidieron entonces “cooperar” con la FGR.
El último argumento fue que la pena máxima que alcanzaría la suma de los tres delitos que se le imputan, asociación delictuosa, operaciones con recursos de procedencia ilícita y cohecho, es de 35 años y eso motivaría a que Lozoya decidiera fugarse.
Hasta ayer, Lozoya mantenía tres medidas cautelares: la entrega de su pasaporte y visa, el uso de un brazalete electrónico, así como la firma periódica, la cual hacía vía remota, por la pandemia.
Asimismo, el juez pidió a la FGR garantizar la protección en prisión de Lozoya, pues en el reclusorio Norte se encuentran algunas de los señalados por el ex funcionario, en referencia al ex senador Jorge Luis Lavalle.
El tema del criterio de oportunidad solicitado por Lozoya también fue discutido ayer. Uno de los requisitos para que se otorgue esa medida es que repare el daño causado, cuyo monto la FGR fijó en más de 7 millones de dólares.
El abogado de Lozoya, Miguel Ontiveros, ofreció dos casas para buscar la reparación del daño, incluso entregó dos copias de las escrituras y aseguró que son de un “valor alto” y superaran el monto señalado por las autoridades.
Pese al fallo, aseguró que mantiene una colaboración “sólida y permanente con las instituciones vinculadas al sistema de justicia penal y la Presidencia”.
En un breve recuento de las denuncias que tiene abiertas Lozoya Austin ante la FGR están, entre otras, la primera que se presentó en enero de 2019 por el caso de la empresa Yacani, que implicó a 13 personas.
La propia Fiscalía reveló en ese año que la empresa referida que brinda servicios inmobiliarios y alquiler de bienes, propiedad de Marielle Helen, fue utilizada como fachada para triangular los sobornos de Odebrecht.
El 25 de mayo se presentó una más por el caso de Altos Hornos de México, el 28 de junio por Tochos y el 2 de septiembre por OHL, empresas que ayudaron a triangular recursos desde Pemex a través de diferentes contratos.
En las tres denuncias referidas se demandó a un grupo de 22 personas físicas y morales, entre las que se encuentra Lozoya.
En otras demandas más, el 2 de septiembre de 2019 denunciaron a 25 personas, por los convenios y pago de servicios que Pemex suscribió con Lozoya al frente con el mismo esquema con el que se operó la Estafa Maestra, y que según la declaración de hechos del ex funcionario, se trató de un plan ideado por Peña Nieto y Luis Videgaray.
El 13 de septiembre se hizo otra demanda por un desvío de más de 83 millones de pesos a través de la Universidad de la Chontalpa con la empresa Maheca, mediante contratos con Pemex Exploración y Producción, que nunca se cumplieron.
El 16 de julio de 2021, la UIF denunció a Lozoya por poseer 33 empresas entre filiales y fachada, y a 11 personas físicas por desvío de 3 mil millones de pesos. Una más se hizo el 3 de agosto pasado relacionada con este mismo caso, pero contra tres empresas que recibieron recursos públicos de manera indebida.
Confirmó que la UIF aún reúne elementos para presentar nuevas denuncias ahora por la compra a sobrecosto de la planta Fertinal y la compra de un astillero en España que estaba en quiebra.
Con todas esas agravantes, era una burla y un cinismo excesivo que Emilio Lozoya estuviera en aparente arraigo domiciliario, Paseándose y exhibiéndose en restaurantes de super lujo, como si no tuviera ninguna culpa a cuestas.
¡Qué indecencia!
Marco Antonio García Granados