Este es un concepto básico de las finanzas personales, es una herramienta sencilla que permite diagnosticar las finanzas individuales o colectivas durante un periodo de tiempo determinado, semana, quincena, mes, etc.
Determina y describe los movimientos de efectivo es decir ingresos y gastos realizados por la persona o la familia.
Por ejemplo, si en un mes tus ingresos son de 12,000 pesos y gastas 10,000 pesos, tienes un flujo neto de efectivo positivo de 2,000 pesos.
Es decir, estás gastando menos de lo que ganas pero también estás incrementando cada mes tu patrimonio.
Pero si tus gastos (siguiendo el mismo ejemplo) fueran de 15,000 pesos, significa que tienes un flujo neto de efectivo negativo de 3,000 pesos. En otras palabras, cada mes estás “quemando” tu patrimonio.
Estás gastando más de lo que ganas y todos sabemos que a la larga eso no es sostenible porque seguramente estas gastando con dinero de un tercero, un préstamo o una tarjeta de crédito.
Una de las cosas que más impacta nuestro flujo neto de efectivo son los gastos fijos. Las facturas que llegan cada mes como la renta, los servicios, el celular, entre otros.
Pero también la mensualidad de nuestros créditos. Desde la hipoteca, el de carro, hasta el pago mínimo de las tarjetas de crédito.
El flujo de efectivo recomendado es del 20% de tus ingresos netos del mes ya que con esto puedes ir creando un fondo para emergencias, y desde luego puedes ahorrar para tu retiro.
Por ello es importante que periódicamente lo revises y ajustes el cinturón.
Tener un flujo de neto efectivo amplio nos da muchísima libertad y tranquilidad, sobre todo ante una posible eventualidad como la pérdida del empleo.
Por eso antes de pensar en comprar o gastar en un artículo o servicio ya sea en efectivo o a crédito piensa cómo ese compromiso impacta tu flujo neto de efectivo.
Piensa si ello te acerca o te aleja de tus metas financieras: de aquello que realmente quieres lograr en la vida y que puede ser más importante que un lujo pasajero.