durante todo el tiempo que llevo haciendo activismo en temas urbanos y de movilidad, uno de los comunes denominadores que me he tenido que encontrar en el camino ha sido la postura de las y los más privilegiados (o mejor dicho, de los automovilistas) quienes casi siempre se proclaman contra la infraestructura peatonal pero, sobre todo, de la ciclista.
Ya sea haciendo caravanas con sus autos, recurrir a amparos, recolectar firmas para detener los proyectos o acciones de mejora de dicha infraestructura, o hasta tirarse al suelo como símbolo de protesta (en realidad de berrinche) las y los detractores de mejorar la movilidad activa nos demuestran recurrentemente su poco interés por que los usuarios más vulnerados recuperen el espacio público que por décadas les ha sido negado.
Principalmente para las y los ciclistas, pues quienes se han apoderado de la mayor parte de los carriles rara vez están de acuerdo con que se les ceda espacio para creación y/o mejora de ciclovías y demás infraestructura que aumente la seguridad en sus trayectos, volviendo cada vez más complicado que nuestras ciudades puedan avanzar en materia de movilidad urbana sustentable.
Sin embargo, cuando dichos detractores ven en “riesgo” sus privilegios -ya que para mejorar la infraestructura ciclista y peatonal se requiere ceder más espacio a las y los usuarios que la necesitan, visto esto por las y los automovilistas como un robo- entonces recurren a ejercer presión sobre las autoridades a fin de que las ciclovías sean construidas en otro lado, ya sea sobre la banqueta o, la más común, sobre el camellón (en caso de existir).
Esto último lo podemos visualizar en el caso de Torreón, Coahuila, donde las autoridades han llegado a replantearse la idea de colocar la ciclovía ya existente en la calle Colón (la cual se ubica a la derecha de la vialidad) en el camellón a petición de las y los automovilistas. No obstante, distintos colectivos e incluso los mismos usuarios ciclistas se han manifestado contra esta idea, pues solo harán que sea más peligroso circular por allí en bicicleta.
Y es que, para quienes no lo sepan, las ciclovías siempre deberían ir a la derecha (al menos en nuestro país), pues es en ese sentido en el que se les puede proporcionar mayor seguridad a quienes se mueven en bicicleta por la ciudad, ya que el carril derecho es el de menor velocidad, y en donde se presentan el menor número de puntos de conflicto entre las intersecciones de las calles.
Es por eso que solicitar que se mueva una ciclovía o se instale alguna sobre un sitio que no sea el carril derecho de una calle es un rotundo error, ya que no solo arriesga a las y los ciclistas, sino a todos los usuarios en general al aumentar las posibilidades de accidentes viales.
Así pues, la ciclovía de la Calzada Colón está bien donde está: en el arroyo vehicular y al lado derecho (donde debería estar siempre) y cambiarla hacia el camellón o hacia cualquier otro lugar solo violaría los derechos a la movilidad de los usuarios más vulnerados –los ciclistas-; lo que deberían hacer las autoridades locales de dicha ciudad es trabajar en proveer más infraestructura segura para quienes se mueven en bici y, de paso, mejorar la ya existente, pues dicha ciclovía necesita una “manita de gato”, no cambiarla de ubicación.