Honestamente pensé mucho si debía escribir sobre el tema del que les hablaré a continuación porque, en primer lugar, me avergüenza y me llena de coraje el saber que los casos como este casi siempre quedan impunes y solo son vistos como una consecuencia más del poder que tiene en nuestro país el crimen organizado, pero también, porque evidencian la incompetencia y negligencia de las autoridades que imparten justicia y debieran velar por la seguridad de México.
Me refiero al acontecimiento atroz de la masacre en San José de Gracia, Michoacán donde, a plena luz del día y en un abrir y cerrar de ojos, aproximadamente 17 personas fueron acribilladas por un grupo de civiles armados, y digo aproximadamente porque a la fecha se desconoce el número exacto de las víctimas.
De acuerdo a la información proporcionada por las autoridades federales y estatales, los hechos se dieron el pasado 27 de febrero en el Estado de Michoacán, en un velorio que tendría lugar en el poblado antes mencionado, donde un grupo de personas fueron obligadas a abandonar el funeral para después ser fusiladas a quema ropa por supuestos sicarios.
Si hasta aquí no se sienten perturbados o perturbadas, tal vez lo que sigue les haga sentir lo que a mí, a pesar de haber quedado grabado por un testigo que compartió las imágenes, tras los hechos atroces cometidos en el lugar no quedaron pruebas de cuántas personas fueron privadas de la vida, pues sus cuerpos fueron desaparecidos como si se los hubiera tragado la tierra.
Según lo informado por la Fiscalía General del Estado de Michoacán (FGE), al llegar las autoridades al lugar (tras ser alertadas por “detonaciones de arma de fuego”), ya no estaban los cuerpos y se “observaba recién lavada” el área donde se llevó a cabo el múltiple asesinato, por lo que solo se pudieron recolectar cartuchos percutidos de armas de fuego de distintos calibre y una bolsa con envases de productos de limpieza.
Así como también se aseguraron una motocicleta y dos vehículos que tenían daños por disparo de arma de fuego y se les prometió más patrullajes a la población de la zona, la cual se encuentra en plena disputa por varios cárteles.
Por su parte, el Presidente Andrés Manuel López Obrador informó desde Palacio Nacional que además de los casquillos y vehículos, también se encontraron manchas hemáticas y agregó que reiteraría su política de “abrazos no balazos”. Días después, dedicó parte de su tiempo en una de sus conferencias a decirle “cinicazo” al ex presidente Felipe Calderón, luego de que este opinara sobre lo sucedido en redes sociales.
Hay muchas cosas que me revuelven el estómago respecto a este caso: el saber que cualquiera puede atentar contra una vida y salir avante y sin repercusión alguna porque vivimos en un país donde la justicia solo existe para quienes pueden comprarla; el que las autoridades pueden ser burladas por cualquiera sin el menor de los esfuerzos; la insensibilidad de un Presidente que prefiere ponerse a discutir con sus “detractores” en lugar de emplear sus esfuerzos para mejorar el rumbo del país.
De verdad espero que este caso no termine como la mayoría de los que ocurren en el país y las familias de las víctimas puedan por lo menos saber sobre el paradero de sus seres queridos, pero eso no se logrará con abrazos ni evadiendo la realidad, sino con la impartición de la justicia.