Los principales generadores de incertidumbre, en temas económicos y financieros son la invasión de Rusia a Ucrania y la inflación mundial con su efecto en las políticas monetarias de los principales bancos centrales del mundo. Sobre la invasión, cuesta trabajo opinar porque no se sabe cómo ni cuándo terminará, lo que sí sabemos es que entre más dure, los efectos negativos sobre algunas economías serán peores.
La afectación más directa a la economía mundial es que mientras no se logre un cese el fuego, el petróleo, el gas y los hidrocarburos seguirán con precios elevados que presionan la inflación mundial; obvio esto no es lo peor, la parte más sensible es el sufrimiento de la población ucraniana ante un invasor sin escrúpulos que se aprovecha de su poderío militar. La guerra a quien más afecta es a los países de la zona euro, ya que son dependientes del gas y petróleo que les envía Rusia; se dice que la dependencia es de 40%, y aunque se hacen grandes esfuerzos para disminuir esta situación, los logros serán más a mediano y largo plazos. Hay medidas transitorias como la que anunció ayer EU de sacar al mercado un millón de barriles diarios de sus reservas estratégicas en los próximos seis meses para aminorar los precios del petróleo.
El tema de la invasión se presenta en un momento donde, por otros motivos más relacionados con la pandemia, la inflación mundial está en niveles máximos de los últimos 40 años. Los bancos centrales de las economías en desarrollo empezaron a subir sus tasas de interés para combatir la inflación desde hace un año, como en México y Brasil, y las economías desarrolladas apenas han comenzado con la aplicación de políticas monetarias más restrictivas; este es el caso de EU, donde la Fed ya inició el proceso con un alza de 0.25% en su tasa de referencia, la cual podrá llegar hasta 2% para diciembre.
El Banco Central Europeo está retrasado en estas iniciativas, pero se espera que empiece a subir tasas en la segunda parte del año; con excepción del Banco de Japón y el de China, que mantienen políticas monetarias expansivas, el mundo occidental se torna más agresivo para detener la inflación. En México no somos extraños ante este fenómeno, nuestra inflación también está en niveles muy altos (7.29%) y es posible que siga subiendo, por esta razón Banxico elevó la tasa de referencia a 6.5%, y lo más seguro es que en las próximas reuniones veamos alzas en el año hasta niveles de 7.75 u 8%; esto complica nuestra perspectiva de crecimiento que de por sí ya era baja (2% estimado para este año).
Aun cuando la guerra como no nos afecta en forma directa sí tiene repercusiones para EU, nuestro principal socio comercial, quien revisó a la baja su previsión de crecimiento de 4 a 2.8%, y eso nos puede afectar, amén de que en virtud de los aumentos en el petróleo, nuestro gobierno apoyó a los consumidores con un subsidio sobre el precio de las gasolinas. Más allá de si esto es una buena o mala decisión, el subsidio lastimará los ingresos debilitando las finanzas públicas.
La perspectiva es complicada para el mundo y México; en nuestro caso me preocupa que, en lugar de fortalecernos con oportunidades de inversión, la confrontación del Ejecutivo con los empresarios se mantiene; por lo que la inversión privada sigue estancada y solo se invierte lo necesario para mantener la planta productiva. La insistencia de cambiar la Constitución para dar entrada a reformas que impulsa el Presidente no es un incentivo a la inversión, todo lo contrario.
Manuel Somoza