Dos mujeres mexicanas metidas de lleno en la política, cada una en un bando distinto, sufren de un mismo mal: los ataques en su contra por criterios completamente personales.
Claudia Sheinbaum, de Morena, y Xóchitl Gálvez, simpatizante panista, han sido criticadas por temas completamente ajenos a la política, una situación que debemos denunciar siempre.
A la aspirante morenista, jefa de Gobierno de la Ciudad de México con licencia, la atacan personas desalmadas por el hecho de que su familia es judía. Así como lo lee. No repetiré lo que se dice de ella en redes sociales por el hecho de haber nacido en el seno de una familia judía, pero los epítetos que he visto publicados son comparables con los que esgrimieron los nazis contra una comunidad global que terminó por ser víctima de un genocidio precisamente por esa postura de odio.
¿Es judía Claudia Sheinbaum? No lo sé, ni me importa. La académica ha militando en diferentes movimientos sociales y políticos, y nunca ha actuado para favorecer a la comunidad judía de México en detrimento de otras religiones. Podremos estar en acuerdo o desacuerdo con ella respecto a sus posturas políticas y a su actuar como gobernante, pero no hay ningún motivo para criticarla por un tema personal.
Y en el caso de Xóchitl Gálvez, su resurgimiento ante los ojos de la opinión pública ha dado pie a una especie de racismo incomprensible entre sus detractores. Gálvez es originaria de una región hidalguense de profundas raíces indígenas, donde buena parte de sus pobladores hablan hñähñu y se muestran orgullosos de su pasado, pero eso no vale para quienes ahora la acusan de ser demasiada blanca, demasiado educada, y demasiado exitosa para ser una mujer de orígenes indígenas. Una locura.
Me parece que en realidad lo que no se le perdona tanto a Sheinbaum como a Gálvez es que sean exitosas en su trayectoria política. Una cosa es ser duro a la hora de evaluar el trabajo de ambas mujeres, pero otra cosa es ser tan insensible y poco pensante como para recurrir a esas estrategias para denostar al rival.
Basta de sacar el cobre. México está polarizado, pero debemos evitar bajezas. Queremos política, no campañas de odio.