Ya está libre, pero Elba Esther Gordillo deberá perder la libertad de seguir viviendo del dinero de los demás.
Presa por más de cinco años, la “maestra” quedó exonerada por un juez de todos los cargos que se le acusaban. Hoy está a sus anchas para hacer lo que le plazca. Ni modo. Así es la ley.
Pero no debemos olvidar que Elba Esther Gordillo es uno de los personajes públicos que no queremos ver nunca más operando en México.
La “maestra” es aguerrida, inteligente y manipuladora. Fue escalando posiciones en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y de ser una profesora común, terminó siendo la máxima dirigente del poderoso sindicato magisterial.
Y como ocurre habitualmente con los caciques sindicales, doña Elba Esther hizo del sindicato su patrimonio personal. Por eso se pudo hacer de viviendas en la carísima zona de Polanco, en la Ciudad de México, y una lujosa casa en San Diego, California. Los vestidos caros, los perfumes de lujo, las jotas deslumbrantes y las obras de arte de gran precio fueron parte de su vida diaria. Bueno, hasta un avión privado tenía la dirigente sindical para su uso exclusivo.
A cambio de esa vida de lujos, la profesora defendió oscuros intereses en el SNTE. El peor de todos fue crear una casta de profesores con derechos de realeza, pues las plazas eran propiedad de cada sindicalizado, quien estaba libre de heredarla a quien quisiera, o venderla al mejor postor, sin importar siquiera que el heredero o el adquiriente fuera o no profesor.
Además, Gordillo creó un partido magisterial (Nueva Alianza) para disputar el poder al PRI cuando cayó de la gracia de ese partido. Hoy Nueva Alianza está a punto de desaparecer, aunque siempre hay la posibilidad de que la “maestra” busque a toda costa mantener ese negocio político.
Elba Esther Gordillo, como señalé párrafos antes, es uno de los personajes que no queremos ver más en México. Seguramente no se le podrán retirar sus bienes ni sus privilegios, pero debe quedar marginada de la vida política nacional. Y si no se puede hacer eso legalmente, deberá hacerse desde la sociedad; algo así como el nuevo término de muerte civil. Basta ya de personajes que abusen del ejercicio público y de la vida sindical.
El banquillo
Engrane.- Un apunte: Elba Esther Gordillo llegó a la secretaría general del SNTE en diciembre de 1988, justo cuando Carlos Salinas de Gortari asumía la presidencia de México y el entonces nuevo secretario de Educación era Manuel Bartlett, hoy nominado por AMLO para presidir la CFE. Tocó a Bartlett trabajar con la lideresa del SNTE para empoderarla por años al frente del sindicato. Hay relación, soterrada pero real, entre López Obrador y la recién liberada profesora.
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