Queda claro que los apologistas de la 4T en redes sociales son como de Jalisco: nunca pierden... y cuando pierden arrebatan. Lo digo porque ayer hubo cantidad de periodistas e influencers (influyentes, dice la RAE) que luego de días de escribir en contra de la Marcha por la Democracia, ayer dedicaron buena parte del domingo en intentar explicar cómo llenar el Zócalo de la Ciudad de México era en realidad una derrota para los “conservadores”, y un triunfo para AMLO.
Uno de ellos, Jorge Naredo, escribió: “Dicen defender la democracia (que no está en peligro), pero en realidad lo único que hacen es exhibir su clasismo y su racismo”. Otro, Hernán Gómez Bruera: “Creo que no dimensionan el favor que le hacen a López Obrador y a la 4T, particularmente esos blancos fifís que salen a marchar en su contra. No hay nada que haga más fuerte al obradorismo que tener del otro lado a toda esa gente aglutinada en su contra. Si fueran inteligentes lo entenderían, pero su odio es más fuerte, los ciega y nubla la razón”.
Uno más, Álvaro Delgado: “Zócalo lleno. Ya ganó la candidata de la derecha. Felicidades”. Y puedo rematar con este, de Jorge Correa: “Cayeron, otra vez, en la trampa” (???).
Los apologistas de la 4T no toleran que haya personas que están en contra de Andrés Manuel López Obrador y su gobierno. Para ellos no debería existir la oposición, aunque “siempre de los siempres” en la historia del mundo han existido al menos dos bandos en cualquier arena política.
Habrá quien me diga que debo fijarme en las marchas, y no en los comentarios. Y tienen razón. Parte de este texto busca llegar a ello. No hay duda que hay críticas a cualquier movimiento, pero también que debemos como ciudadanos evitar la tentación de perdernos en la vorágine de comentarios en redes sociales que simplemente buscan confundir a sus usuarios. Forman parte de la guerra sucia establecida por agenda desde misteriosos “cuartos de guerra”.
Cada quien es libre de pensar como quiera, y votar como quiera. Y habrá que tener la frialdad para ignorar a quien busca meter más ruido aún a las campañas electorales.