Es claro que hoy por hoy, y cada vez más, podemos descubrir que somos seres alterados, alterados en el sentido del bombardeo de estímulos que recibimos durante todo el día, todas las semanas y año con año.
Este bombardeo es inmisericorde con la propaganda, los anuncios, la música cada vez más ensordecedora, pero también por los acontecimientos violentos, robos secuestros, balaceras que se gritan por redes sociales y medios de comunicación, las malas noticias, el covid, etc.… es decir el ruido… un ruido lleno de angustia.
Alteración viene del latín “alter” que significa “otro” o “lo otro”, estar o ser alterado es ser violentado por lo que no somos nosotros, sino por lo otro, lo de fuera, lo que nos hace estar alterados, estresados, perder la serenidad y la paz.
Tal parece que estar alterados es lo habitual, nuestras intenciones se ven constreñidas por las tensiones que provoca en nosotros el ruido, que ya también es global, dormimos menos, dormimos mal y poco, tenemos sobresaltos que hacen latir nuestro corazón más rápidamente, angustias leves pero continuas en el tráfico y sustos pequeños pero recurrentes de todo tipo; y todo ello nos hace estar y vivir alterados, tensos y a la defensiva.
Esta alteración nos hace perder perspectiva personal, es decir, cada vez más perdemos el sentido de nosotros mismos, o como decían los antiguos, perdemos “mismidad”, vida interior, capacidad de reflexión y conciencia, (las más humanas de nuestras capacidades) y con ello estropeamos nuestro progreso como seres humanos, con la alteración constante se boicotea nuestro desarrollo humano.
Como seres alterados nos perdemos la oportunidad de crecer, por ello es necesario, yo diría urgente, retomar nuestra vida interior, cultivar interioridad, nuestra capacidad de “darnos cuenta”, ensanchar nuestra “mismidad”, hacer espacios de meditación, oración o simplemente silencio en nuestras vidas.
Retornar a las viejas y saludables prácticas de hacer retiro, encontrar oasis en medio del desierto, pacificar nuestra existencia con silencios cotidianos que nos permitan la reflexión, la introyección, el procesamiento interno de nuestras experiencias a favor de nuestro desarrollo personal.
Estamos tan alterados que reaccionamos, molestos, desatinados, amplificando los acontecimientos o reduciéndolos, con el desajuste y la imprudente reacción de la cual nos arrepentimos posteriormente.
Silencio y conversación serena, interioridad y diálogo constructivo con temas que sean significativas y que verdaderamente importan.