A mediados del siglo pasado, las ciencias humanas comenzaron a utilizar el término para referirse a las pautas que permiten sobreponerse a situaciones adversas y sacar provecho de ellas, como condición que cualquier persona puede desarrollar y aprender.
El concepto de resiliencia proviene de la física y se refiere a la capacidad de un material para recobrar su forma después de ser sometido a altas presiones. Desde la perspectiva psicológica una persona es resiliente cuando se sobrepone a presiones y dificultades que en su lugar otra persona no podría desarrollar.
La resiliencia es una capacidad global de la persona para funcionar de manera efectiva frente a las adversidades del entorno o para recuperarse.La resiliencia conlleva conductas, pensamientos y acciones que se aprenden y desarrollan. Se trata de una mirada a la manera en que los seres humanos afrontan causas de estrés: malas condiciones y maltrato familiar, reclusión, situaciones de crisis como viudez o divorcio, grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole.
En lugar de indagar las causas de la patología física o espiritual que las catástrofes generan, el punto de vista resiliente supone indagar de qué condiciones está dotada la persona; por qué y de qué manera logra escapar a los males y situaciones de riesgo. El hecho de que la adversidad no deriva irrevocablemente en individuos dañados, depende no simplemente de factores como los recursos económicos, la alimentación, el nivel educativo de los padres, la estimulación materna, sino de los mecanismos y las dinámicas que ordenan el modo cómo ellos se relacionan. Una persona resiliente se destaca por poseer un alto nivel de competencia intelectual y emocional, motivación al logro autosugestionado, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia, entre otras. Y esto ha podido ser así incluso cuando se afecta un área básica para la vida, como la nutrición.
Tal parece que las características del ambiente en que se han desarrollado las personas resilientes es que provienen de familias conducidas por padres competentes, integrados socialmente, que les brindan relaciones cálidas, aunque hayan tenido poca edad al ocurrir algún evento traumático.
A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que parecen superan nuestras capacidades. Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante.
En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.